Viaje al infierno (2)
Fecha: 27/03/2018,
Categorías:
Primera Vez
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... enorme mazo de cartas, todas las que le escribiera a lo largo de muchos años y que acabó por no enviarle al comprender que, de las que le enviara al campo de Norilsk desde el mismo día que él salió por el portón exterior del campo, ni una sola le llegaría, en tanto que, para ella, escribir a un “criminal fascista” podría resultarle más que peligroso. También supo Günter de cómo fue variando la escala básica de valores de ella, desde que a él se lo llevaron. De ser acerva bolchevique leninista, poco a poco pasó a odiar, más de manera visceral que otra cosa, todo cuanto oliera a marxismo-leninismo. Siguió manteniendo sus inquietudes sociales, su interés por los débiles, los marginados, los oprimidos, incrementado todo ello ahora, cuando se dio cuenta del tremendo genocidio que el sistema, y no sólo Stalin, ejercía sobre su propio pueblo, el ruso, y, por extensión, sobre todos los pueblos sometidos a la URSS. En fin, que para entonces Galina se alineaba, claramente, con las tendencias social demócratas, abjurando pues de todo tipo de socialismo marxista.
Abandonó el Ejército, pues no quería ser guardiana de prisionero alguno, nacional o extranjero, y pasó a oficinas ministeriales, en Moscú. Hacia el 58 fue destinada al Ministerio de Cultura, Departamento de las Artes y las Letras soviéticas. Al año y pico, avanzado ya 1959, conoció a alguien que influiría en el futuro de ella y sus hijos; un individuo de cincuenta a sesenta años, amable, simpático, excelente ...
... persona.
Pintor y de talento, tanto que gozaba de cierto prestigio en Occidente. Ella no le reconoció al verle un día en su oficina, pero él a ella sí, pues resultaron ser vecinos del mismo edificio. Aquel hombre estuvo pasando por su oficina varias veces en aquel 1959 y algo en 1960, amén de que desde entonces, cuando coincidían en el ascensor o esperándolo, charlaban y tal. Así, fue naciendo una cierta amistad entre ellos que, poco a poco, fue consolidándose hasta llegar a, mutuamente, apreciarse de verdad, y confiarse un tanto el uno al otro.
Galina contó a su amigo su historia de amor con Günter von Labnitz, confesándole que el alemán era el padre de sus gemelos, y el pintor a ella, su hastío respecto al “Socialismo Real”. Así, cierto día, a mediados-fines de Febrero de 1962, su amigo pintor invitó a Galina y a sus hijos a acompañarle a París, donde expondría parte de su obra. Le dijo que no llevaran mucha ropa, lo justo que cupiera en un sucinto maletín, pero que no olvidaran todo cuanto de valor pudiera reunir y fuera fácil de llevar con ella, en especial, joyas; también dinero, rublos contantes y sonantes, pero más lo que tuviera valor intrínseco, oro, plata etc. pues el rublo, fuera de la URSS, valía poco, pero algo sería, pues no volverían a Rusia, a Moscú.
Y así fue como Galina y sus hijos huyeron del “Paraíso Soviético”. Ya en París, y acogida al asilo político francés, la mujer indagó el paradero de su hombre, empezando por la embajada de la RFA en la capital de Francia. ...