1. Viaje al infierno (2)


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... oleada de calor la inundó de pies a cabeza, restallando con inusitada intensidad en su rostro, cuyas mejillas sintió que echaban fuego, mientras en la nuca se le erizaba el pelo.
    
    Momentos después, Günter elevó su mano con la de Galina agarrada y al segundo al dorso de su mano llegó el hálito de la respiración de él seguido de inmediato por el roce de los masculinos labios sobre su mano
    
    Preguntó ella, casi trémula, a lo que él respondió, pleno de seguridad en sí mismo
    
    Entonces el mayor alemán se giró un tanto quedando frente a ella. Se había detenido y Galina también se detuvo con él. La mano izquierda de Günter ascendió hasta el rostro de ella y, con el dorso, acarició aquellas mejillas que a la mujer le parecía que echaban fuego
    
    Galina no respondió. No pudo. El corazón se le había desbocado de tal manera que se diría quería salírsele del pecho. Sus latidos volaban mucho más que corrían restallando en sus sienes, en su garganta, obstaculizando la respiración al tiempo que impedía que sonido alguno saliera de esa garganta. Günter soltó la mano de ella y llevó ambas al rostro de la mujer. Tomó el rostro de Galina entre ambas manos y la besó. Primero en la mejilla, después en los labios… Fue un beso leve, suave; pleno de ternura, lleno de dulce amor, de inmenso cariño. Al calor de ese beso, Galina explotó. Levantó sus brazos hasta anudar entre ellos el cuello del hombre, al tiempo que su boca no es que respondiera al beso de Günter, sino que le convirtió en beso de ...
    ... pasión absoluta. Sus labios se fundieron con los de él de manera verdaderamente ansiosa. Buscaban la boca masculina con la desesperación que el naufrago se asiría al tronco salvador o el perdido en el desierto se aferraría a un odre de agua casualmente encontrado.
    
    La boca de Galina se abrió a la de Günter y su lengua avanzó decidida hasta introducirse dentro. Allí buscó la masculina, enlazándose con ella, lamiéndose las dos, la una a la otra, desesperadamente, como si en acariciarse mutuamente les fuera a ambos la vida. Luego rebañó hasta el más recóndito rincón de la cavidad bucal del hombre, poseída de indomable furor. Ella, cuanto más lamía y relamía la lengua de él, cuanto más rebañaba sus interioridades bucales, tanto más se encendía hasta que, en un momento dado, sus dos hileras de dientes hicieron presa en los labios de Günter. Le mordió; le mordió salvajemente, con indecible furia rasgó la piel de ambos labios y se hundió en el carnoso grosor de cada uno de ellos. Primero el inferior, luego el superior. La sangre brotó abundante impregnando con su sabor las papilas gustativas de ella. A la furia, el ardor que enardecía a Galina Piotrovna, Günter von Labnitz en absoluto fue ajeno. En un momento de enardecido éxtasis, él alzó la cabeza buscando con la vista. Al momento encontró lo que buscaba, una callejuela, oscura cual boca de lobo, formada por la proximidad de dos edificios, las cocinas de la guarnición y un almacén de vituallas, situados a poquísimos metros de ...
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