Viaje al infierno (2)
Fecha: 27/03/2018,
Categorías:
Primera Vez
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... donde estaban
Tomó a Galina de la mano y, corriendo más que andando, la llevó allá. Allí, la empujó contra la pared de un edificio; las bocas volvieron a unirse, a comerse la una a la otra. Mas, enseguida, las manos de él desabrocharon el abrigo de ella y a renglón seguido la chaqueta del uniforme. Luego, le llegó el turno a la pechera de la militar camisa, cuyos botones siguieron el camino de las anteriores prendas, tras lo cual quedó ostensible el burdo sujetador de la intendencia soviética. Con febril avidez, Günter empezó a tirar hacia arriba de la prenda interior con manos torpes, casi temblorosas, acción que ella cortó diciéndole
Seguidamente, la mujer introdujo ambas manos tras abrigo y chaqueta, tanteando con las yemas de los dedos sobre el más bien fino tejido de la camisa hasta dar con las presillas que a la espalda ceñían la femenina prenda. Soltó tales enganches y el sujetador cayó blandamente hacia abajo, dejando libres parte de ambos senos. Günter levantó hacia arriba el sostén con lo que ambos senos quedaron a la vista; rotundos, prietos, erguidos, mostrando los endurecidos y engrandecidos pezones, ansiosos de las caricias de él; sedientos de las manos, la lengua, los labios de él. El alemán se aprestó a lo que ella ardientemente esperaba, acariciando sus manos esas dos manzanas del jardín de las Hespérides, las manzanas de Venus; aquellos dos odres de vino y miel, aquellas dos ánforas de ambrosía, que luego fueron besadas, lamidas… Como besados, ...
... lamidos y succionados fueron los espléndidos pezones. Galina estaba como loca; gemía, jadeaba, murmuraba inentendibles palabras y frases. El entusiasmo de Günter fue a más. Sus manos bajaron hasta hacerse con el borde de la falda de la mujer; la levantó hasta la cintura y su mano derecha se internó entre los muslos femeninos, que hospitalarios se abrieron para él. Los acarició solícito, pero por poco tiempo, pues otra parte de la femenina anatomía le atraía bastante más. Así, su mano subió un tanto hasta dar con las bragas de ella. A través de la tela de las bragas, pasó una mano por la entrada a la interioridad más genuinamente femenina de toda mujer, para acariciarla con mimo, lo que hizo que Galina incrementara “Ad Infinitum” los gemidos, los murmullos y jadeos de puro placer. A aquél hacer a través de la braga, pronto siguieron la caricias directas al apartar hacia un lado la tela que cerraba la entrada a las femeninas interioridades. La mano de Günter acarició directamente aquella íntima pelambrera y su dedo, sus dedos, se abrieron paso a través de los pliegues de piel hasta el mismo interior de la gruta de Los Mil y Un Placeres.
Galina contenía los verdaderos aullidos que de la boca pugnaban por brotar, besando la boca del hombre, comiéndosela mejor se diría. Tampoco él le iba a la zaga en su frenético hervir. Se desabotonó la prenda de abrigo que llevaba, esa acolchada, y, tomando a Galina por las nalgas, la izó hacia arriba, manteniéndola en vilo merced al apoyo de la ...