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El ascensor
Fecha: 28/03/2018, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... contundente orografía de su culo. Ella por su parte tampoco pudo evitar que sus ojos hicieran un rápido escáner de su vecino, eso sí, muy disimuladamente mientras fingía observar con máxima concentración el discurrir de los números de los pisos que iban pasando. Ropa de sport y veraniega que dejaba traslucir unas espaldas anchas y un culito apetecible. Se recriminó sus pensamientos sobre el enemigo! Su último ligue había acabado hacia varía semanas y la sequía sexual le hacía ver con demasiada generosidad a su vecino... Pero... sí que estaba bueno el condenado! Sus pensamientos y examen se interrumpieron por la brusca parada del ascensor. Las puertas no se abrían y no estaban en ninguno de sus pisos. Su vecino pulsó varias veces su botón pero el ascensor seguía parado. Probó con más botones. Nada. Sus miradas se encontraron dándose una tregua ante la emergencia común. - ¿se habrá ido la luz? - Ni idea. La luz de la cabina sigue funcionando, aunque podría ser por la batería de emergencia. - dale al botón de emergencia. - Nada. No suena ninguna alarma. - Mierda... Mi móvil no tiene aquí cobertura... - El mío tampoco. Ni una raya. - Pues estamos buenos. - Pues sí. Siguió un tenso silencio pues ninguno de los dos podía negar que no soportaba al otro. No era una mera cuestión intelectual. Es esa ligero malestar físico que sueles sentir en las tripas cuando estás cerca de alguien que detestas. - HAY ALGUIEN QUE AHÍ? ALGUIEN ME OYE? ESTAMOS ATRAPADOS ...
... EN EL ASCENSOR!! Los repentinos gritos de su vecino casi le provocan un ataque al corazón. No se los esperaba y encima tenía un vozarrón de tenor. Pensó en cantarle las cuarenta por pegarle semejante susto, pero decidió dejar lo cosa en paz. No sabía cuánto tiempo iban a pasar en esa pequeña cabina y no quería empeorar la situación. Por otra parte, no dejó de darle un poco de rabia que hubiera sido él al que se le hubiera ocurrido una acción tan evidente. A la segunda tanda de gritos ella también se le unió para sumar decibelios. Al cabo de un rato pararon. Ninguna contestación. - Es verano, casi todos los vecinos están de vacaciones, pero tarde o temprano alguno tendrá que usar el ascensor. Entonces podrán oírnos o verán que está averiado. Menuda faena. Tenía toda la razón. Por ahora no les quedaba más remedio que esperar. Los minutos siguieron pasando y cada uno se concentraba en mirar su esquina correspondiente, con miradas de reojo de vez en cuando al otro. Las de él cada vez con más descaro a su escote y no era de extrañar. En pleno agosto dentro una cabina de ascensor y con dos personas dentro el resultado de la ecuación no podía ser otro que un calor cada vez más sofocante y ambos habían empezado a sudar la gota gorda. Las gotas de ella se acumulaban sobre su pecho y caían por el canalillo. El top empezaba a empaparse como si estuviera dejando los hígados en la bicicleta estática. La prenda húmeda se pegaba todavía más sobre su piel y sus pezones, que aun no ...