Marina, mi nuera (Primera parte)
Fecha: 13/07/2017,
Categorías:
Masturbación
Autor: Gustavo Gabriel, Fuente: CuentoRelatos
Mi nuera Marina amigos es una bella joven que anda ya por los veintiochos años. Se casó con mi hijo Alfredo. De ello hace aproximadamente unos tres años. Y se ven que miran mucha televisión ya que no pasaba nada en cuanto a traerme al mundo un nieto.
Yo me llamo Marcelo. Casado en un mal matrimonio conformista de unos veintidós años. Y así hubiera seguido de no haberme encontrado en la sombra de mi vida, con semejante oportunidad. La vida por momentos quita y en otro premia, a mí me tocó lo segundo felizmente.
Esa tarde de sábado de verano fui a la casa de mi hijo y de Marina. Por más que hacía poco que los habían visitado. Ellos me pidieron una reparación en su casa de Francisco Álvarez. Un arreglo en su mampostería. Además de unas cuantas cosas más. Soy maestro mayor de obra y esa tarde iba con la intención de calcular los costos y las personas que necesitaban, para las reparaciones. Ya sabía de antemano que Alfredo mi hijo estaría en su casa. No quería molestar, a la mujer con cosas que ella entendía poco o nada. Trabajaba, mi hijo para una empresa de transporte de carga de la zona de Constitución, como chofer después de que lo despidieron del otro trabajo. Me imaginaria además, que por ser sábado en la tarde en Argentina pocos trabajan, él estaría como lo hacía siempre cortando el ligustro de su casa, más ahora que en verano crecía con más fuerza.
Pero no fue así.
Solo estaba ella, que me contestó de un modo muy revelador y hasta alegre que mi hijo estaba ...
... en viaje a Mendoza y regresaría el miércoles por la tarde. Mi cara se iluminó por un momento, bien valía el viaje de más de una hora y me daba el campo justo. A Marina, la venia "persiguiendo". Sabía de sobra, que en más de una oportunidad nuestras miradas se cruzaron. Y siempre la noté a ella ser muy ardiente y hasta algo deseosa de sexo, extramatrimonial. Pero como descendía de un hogar a prueba de cuernos, comprender era fácil que esto para ella era prohibido, y se limitaba. Solo faltaba hacerle ver a ella, que ello ya no es un impedimento. Cuando uno lo desea, y solo es cuestión de encontrar la manera y la forma de cumplir ese deseo.
¡Todo un fin de semana sola! , Me dije eso sí que es un regalo inesperado.
Ahora solo tenía que mentir en mi casa. Mentira a medias ya que mi esposa sabía a donde estaba. Le dije a mi mujer que me quedaría hasta la tarde el domingo buscando materiales y precios en ese lugar. A Marina le sugerí que me si no le molestaba me quedaría a cenar para calcular los costos y me iría en la mañana. Ella aceptó de muy buen modo y hasta creo que se encontró muy contenta con la idea de pasar el sábado junto con su suegro.
-¿Quién pensaría algo mal de nosotros?, Me dijo sonrojándose.
Pero me sugirió que saliera a comprar la cena al entrar lo hiciese, con algo de discreción.
-Por el barrio, sabes- me dijo- Ya que muchos saben que mi esposo está afuera.
Le sugerí, además, que de paso compraría la cena fría y un buen vino. Alquilaría si ella ...