1. La mordedura de la anaconda


    Fecha: 13/07/2017, Categorías: Gays Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos

    ... desmantelarlo desde dentro. Ahora, casi una leyenda, dirige una de las secciones de la agencia y sólo su belleza puede competir con su currículum.
    
    –Entonces –continuó– sabes con quién te la juegas. Encontramos un bonito alijo en tu apartamento anoche. Lo suficiente como para mandarte una larga temporada a la sombra.
    
    Vandelha no respondió, manteniendo la mirada fija en un punto inconcreto de la mesa.
    
    –A menos que estés dispuesta a colaborar conmigo. Sé que la coca no es tuya, sino de esa joya que tienes como novio.
    
    –¿En serio? –Vendelha respondió con un gesto despectivo.
    
    La capitana le devolvió la sonrisa, aunque la suya resultaba indescifrable. Se levantó de la silla y moviendo altiva y sinuosa su imponente anatomía rodeó la mesa hasta colocarse junto a la detenida. Pudo intuir como se aceleraba el corazón de la chica.
    
    –¿Te hace gracia? –Aproximó su rostro al de ella– ¿También te lo hará cuando una banda de marimachos te viole en las duchas varias veces por semana? ¿Cuándo tengas que comerte un coño peludo tras otro? ¿Cuándo debas pasar por enfermería para curarte los desgarros que te provoquen cuando te penetren el coño y el culo con puños, palos, botellas…? Te aseguró de que me ocuparé de que te preparen un buen recibimiento en Gatesville.
    
    Vandelha no cedió en su gesto desafiante, pero sus ojos decían otra cosa.
    
    –No, ya lo entiendo –la mano de Vanidad se cerró con fuerza sobre uno de los pechos de la chica–. Esto es lo que te va, ¿verdad? Te gusta ...
    ... hacer las cosas difíciles. Tomar el camino duro.
    
    Vandelha intentó resistirse, pero la agente la inmovilizó, cogió las esposas que llevaba sujetas a la cintura de la falda y las cerró sobre sus muñecas. El metálico chasquido resonó dentro de la sala vacía.
    
    –¡Vamos, admítelo! Esto te gusta.
    
    Con su fuerte cuerpo le impidió moverse mientras le sobaba las tetas.
    
    –¡No! –Intentó resistirse– ¡Suéltame, puta!
    
    En respuesta, Vanidad le levantó la falda y con una de sus manos le manoseó el pubis por encima de la tela de la braga.
    
    –¿A quién llamas puta? Puedo notar lo húmeda que estás, zorra. Tu coño está ardiendo, deseando que se lo follen.
    
    La levantó de la silla y con la facilidad de quien coge una muñeca la tumbó sobre la mesa. De nuevo Vandelha opuso resistencia, pero cuando la capitana se situó sobre ella, inmovilizándola con su cuerpo, se mostró impotente.
    
    –Ahora te vas a estar quietecita si no quieres que te haga daño de verdad.
    
    Le obligó a abrirse de piernas y acarició la piel de sus muslos, ascendiendo hasta alcanzar las ingles. Instintivamente, Vandelha intentó cerrarlos pero la capitana se lo impidió, volviendo a abrírselos para golpearlos con la palma abierta. Vandelha gritó.
    
    –Vas a hacer todo lo que yo te diga si no quieres gritar de dolor. Gritar de verdad. ¿Me has entendido, putita?
    
    Con gesto crispado le respondió afirmando con la cabeza.
    
    Vanidad volvió a pasear sus manos por la delicada piel. Posó una de ellas sobre el pubis y, sin apartar ...
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