La mordedura de la anaconda
Fecha: 13/07/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... lugarteniente de uno de los capos de la droga a este lado de Río Grande: Maximilian Aldrich, conocido popularmente como “El Témpano”, y al que, entre otros cargos, se le achacan varias docenas de asesinatos. Una auténtica joya, vaya: el tipo ideal que Vandelha necesitaba para que le diera la caña que anhela.
A partir de ahí comenzó la vida de vino y rosas que había buscado con insistencia, compartiendo la “emocionante” vida de su amado, integrante de la mesocracia del crimen con aspiraciones de ascenso social en el mundo del narcotráfico de frontera.
Hasta la detención de esta noche.
La capitana dejó caer la carpeta sobre la mesa y se levantó de la silla, decidiendo que Vandelha ya había esperado lo suficiente y que se encontraba madura para comenzar el interrogatorio. Mentalmente se hizo una apuesta a sí misma sobre cuánto tiempo aguantarían las defensas de la chica antes de derrumbarse. Se estiró la falda, que se había elevado hasta lo alto de los muslos, y recompuso la blusa, comprobando su reflejo en el cristal antes de respirar hondo y abrir la puerta para entrar en la sala.
– II –
Vandelha no mostró reacción, aparte de una mirada de desprecio, queriendo dejar claro que no estaba asustada; pero Vanidad detectó una leve alteración en su postura: el cuerpo se le tensó, irguiéndose de manera casi imperceptible. Además, notó como la detenida le radiografiaba con sus grandes ojos: desde sus zapatos negros de tacón lo suficientemente largo para estilizar sus ...
... largas piernas, hasta la falda también negra con raja posterior para facilitar sus movimientos, que le llegaba hasta justo por encima de las rodillas y que se pegaba sensualmente a la curva que dibujaban muslos y caderas; siguiendo por la blusa blanca y discreta que apenas podía contener las dos enormes tetas que pugnaban por lanzar disparados los nacarados botones que tensaban los ojales; y, coronando el espectacular conjunto, la larga melena azabache que, como una catarata ondulada y brillante, enmarcaba su rostro hermoso, afilado y bronceado
Sí, aunque quisiera disimularlo, para Vanidad resultó evidente que Vandelha admiraba su presencia imponente, su altura, su porte atlético, su incuestionable belleza. Desde luego no era el tipo de agente que esperaba. Un escalofrío recorrió la espalda de la detenida, los pezones se le erizaron y los labios del coño comenzaron a palpitar.
–Hola, Vendelha –le dijo en un perfecto inglés en el que apenas era perceptible un eco del acento mexicano heredado de su madre–. Mi nombre es Vanidad, capitana Vanidad McKenzie.
–La Anaconda –respondió en un español con marcado acento anglosajón y cierto temblor en la voz.
–Veo que me conoces.
A Vanidad no le sorprendió. Sabía que su fama le precedía. Una de las mejores agentes que ha pasado por el FBI, y que en los últimos años ha continuado su fulgurante carrera en las filas de la DEA –la agencia antidrogas norteamericana–, donde logró infiltrarse en el cártel de Coyame hasta conseguir ...