Consolando al amigo de mi esposo
Fecha: 02/04/2018,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: timida28, Fuente: CuentoRelatos
... una de sus manos se posó sobre una de las mía, lo que en parte me hizo sentir algo rara, al tiempo que le repetía una y otra vez, si quieres llorar sigue llorando, haz lo que te haga sentir mejor, yo sin dejar de abrazarlo, sentí su respiración contra la piel de mi rostro, y como su mano apretaba la mía cariñosamente. Fue cuando sentí ligeramente contra mi cuello sus labios, y un tímido beso que rosó mi piel. Nuevamente le dije, haz lo que te haga sentir mejor, y casi de inmediato volví a sentir como se posaron sus cálidos labios contra la piel de mi cuello. Ignacio continuó rozando sus labios contra mi piel, y lentamente fue pasando del cuello a mis mejillas, y de estas a mis labios. Yo sé que quizás debí detenerlo, pero se sentía tan compungido, que en lugar de esos, lo continué abrazando intensamente, y besándolo que a los pocos segundos, me sentía sumamente rara, por no decir excitada. Ocasionalmente le repetía yo, cálmate que todo esto pasará, pero de inmediato le volvía a ofrecer mis labios, y dejaba que sus manos comenzaran a recorrer todo mi cuerpo. Mientras que Ignacio, cuando no continuaba besándome, me volvía a decir. Así mismo me besaba Irene, y yo la continuaba besando intensamente, hasta que ella de manera picara me comenzaba a soltar los botones de mi camisa mientras que yo me las arreglaba para soltarle el lazo del vestido, desabotonar, ayudarla a quitarse la blusa.
Ya en esos instantes sentí un tremendo calentón entre mis piernas, además la idea de hacer ...
... que Ignacio se sintiera mejor, comenzó a bullir en mi cabeza. Por lo que sin tomar en cuenta las consecuencias, comencé a quitarle los botones de su camisa. Desde un principio sabía que actuaba mal, pero mi interés en que Ignacio se sintiera mejor, fue mayor que mi sentido común. Por lo que cuando él comenzó a su vez a desabotonar mi blusa, yo le dejé continuar al tiempo que nuevamente me volvía a besar intensamente.
Pero de momento se volvió a detener y me dijo bastante avergonzado. No puedo continuar Ernesto y tú, son mis mejores amigos. Al decirme eso, de inmediato le respondí, Ernesto no se tiene que enterar de nada, esto es entre tú y yo, en ese mismo instante caí en cuenta de que yo, deseaba algo más que hacer que Ignacio se sintiera mejor. Y volviendo a besar a Ignacio, solté la correa de su pantalón y de inmediato yo misma solté el broche de mi falda, dejándola deslizar hasta el piso de la sala.
Como una desesperada, terminé de quitarme las pantis y el sostén quedando completamente desnuda ante los ojos de Ignacio, fue cuando noté en sus ojos una luz o un brillo especial, aunque su boca me llegase nombrar nuevamente a Ernesto, yo sabía cómo íbamos a terminar, por lo que nuevamente lo besé, abrazándolo con todas mis fuerzas, mis senos se aplastaron contra su pecho, y de momento sentí una de sus manos que raídamente se deslizó de una de mis rodillas, hasta mi coño. En ese mismo instante supe que no había vuelta atrás, así que abrí mis piernas y su mano se enterró ...