1. La Bibliotecaria (Episodio 1)


    Fecha: 14/04/2018, Categorías: Masturbación Autor: Sindrome33, Fuente: SexoSinTabues

    ... una piel más pálida. Las chicas, ambas americanas de blanca tez, se repartían repetidamente los turnos para saciar el hambre voraz de aquellos enormes sexos masculinos. Con sus boquitas en sus rostros inocentes devoraban cada centímetro de aquellas enormes astas venosas que entraban y salían, minutos después, de sus húmedos y rebosantes coños casi virginales. Y entre sollozos, gritos y gemidos varios, el sonido incesante de la humedad de mis paredes vaginales chocando con mi dedo índice y corazón, metidos en mi coño y removiéndose ferozmente, con un inusitado atisbo salvaje, con pequeños espasmos de mis piernas, que por entonces ya se sostenían, abiertas de par en par, en la frágil madera de contrachapado de mi escritorio Ikea. Estaba completamente absorta en mi fantasía particular, imaginaba que uno de aquellos colosos oscuros agarraba mis tobillos con sus musculosas manos mientras clavaba en mí aquella lanza de poder, haciéndome flotar en el más absoluto de los placeres extremos. Sudaba, temblaba y mis piernas golpeaban insistentemente la madera, provocando el tambaleo de aquélla mesa. Con mi pierna derecha apenas rozaba aquella Hello Kitty con cabeza móvil que me regaló Carlos dos años atrás y de una manera hilarante le otorgaba un movimiento pendular a su cabecita blanca. En mi pierna derecha colgaban unas empapadas braguitas con estampados de flores lilas que sutilmente había deslizado minutos antes para poder tener al descubierto mi fino e impoluto coñito, ante la ...
    ... amenazadora presencia de mi curiosa mano. El movimiento circular de mis dedos en el interior de mi misma se fue acelerando, al mismo ritmo que aquellos fortachones jóvenes se dedicaban a penetrar en mil y una posturas a las dos chicas rusas, haciéndoles gritar una retahíla de “fuck me”, “oh yes” y “come on baby” que repetían cada vez más insistentemente, ante la mirada contenida y encabronada de aquellos sementales en celo. Quería contener mi ritmo para llegar al final y ver una de las partes que más me hacían deshacerme siempre, las lúcidas y brillantes corridas que estampaban los tres jamelgos en las inocentes y casi sorprendidas caras de aquellas jóvenes soviéticas, pero la felicidad que mi cuerpo llevaba aquél día hizo que mi parte favorita tuviera que verla ya extasiada por completo, tras la explosión de placer que me provocó el orgasmo que tuve y con el que convertí mi silla de estudio en un museo de manchas húmedas a cual más grande y extensa. Me corrí como hacía mucho tiempo que no recordaba, porque se unió mi alegría por aquella fugaz llamada por la tarde al hecho de que acababa de llegar a la cima de una intensa sensación corporal que me había hecho tocar el cielo con el pulgar de mis alzados piececillos tiesos. Una corrida digna de la más exquisita de las zorras. Tras aquella intensidad, descansé, me limpié y cerré como pude aquella ventana. Me despedí del mundo pasada la 1 de la mad**gada y decidí que esa noche, uniéndose a la celebración ya acumulada, apagaría mi ...
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