LA CABRONA DEL BAR
Fecha: 15/04/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... que fue increíble y lo recuerdo como si fuese ayer. Me toco pasar por un pueblo perdido muy lejos de la carretera en plena selva; el agente que tenia que hacerlo no podía y se me dio la indicación y tuve que ir. Llegue a eso de las 18:00 hrs, ubique como siempre una pensión barata cerca de la plaza; el calor era de locos con una humedad del 100 %. Di una vuelta y me di cuenta que era un pueblo muerto poco y nada pasaba, volví a la pensión y le pregunte al muchacho que atendía la recepción, adonde se podía ir para encontrar unas buenas cervezas heladas, al único lugar que hay es el bar de la cabrona. Buenas cervezas y si quiere mujeres de uso. Me dio las indicaciones y partí. No era lejos así que fui a pie. Era un sucucho viejo y destartalado, pero estaba lleno, en el medio un gran ventilador de aspas que más servía para espantar las moscas que para a minorar el calor.
Solo encontré una mesa en el rincón al lado del baño y me senté, la música estaba a todo dar y los parroquianos estaban muchos muy bebidos y se notaba que era un bar de putas. Se acerco una muchacha y pedí una cerveza y comida, solo había porotos, el calor era intenso. Llego mi plato y la cerveza, me sorprendió que lo porotos estaban muy ricos y la cerveza muy helada. Cuando termine se acerco la misma muchacha a retirar y me pregunto si quería algo más, entendí al instante lo que me ofrecía y le dije que podría ser, que había en el menú, espere un rato. Se allegaron a mi mesa cinco mujeres ofreciéndome sus ...
... servicios, pero ninguna me gusto como para tener que pagar, eran flacas, desabridas y no me gustaron las encontré un poco sucias. Cuando no elegí a ninguna se lo hice saber a la que me había ofrecido el menú y no quedo muy complacida.
Se a llego a la barra y me di cuenta que hablaba con una mujer mayor, luego esta mujer cruzo la barra y se vino directo a mi mesa. Era una mulata de pelo entre cano lacio de unos 65 años le calcule, muy carnuda, vestida con unos pantalones de tela muy fina color rojo con estampados, que apenas contenían las carnes de sus piernas y trasero y sus carnes se bamboleaban al caminar. Se le notaban los labio vaginales por el apriete de un pantalón tres tallas menos, usaba una blusa blanca por fuera del pantalón corta, que parecía que en cualquier momento reventaba y los senos le saldrían disparados. Calzaba una botas vaqueras con taco alto que sonaban al caminar; mientras cruzaba el salón en mi dirección los parroquianos la miraban morbosamente el trasero que bamboleaba al caminar y ella sabia que la miraban. Cuando llego a mi mesa sentí su perfume barato de pachuli que se mesclaba con su olor a mujer transpirada y con olor a fritura. Le mire el rostro de frente, era redondo y regordete, se notaba el desgaste de una vida licenciosa de grandes amanecidas y de orgias sexuales, de mujer sufrida pero de trabajo y que este bar era el resultado de esa vida, era sin duda alguna la cabrona, me puso los senos casi en mi cara. Estaba muy mal maquillada con ...