Números Primos II - Cony 2
Fecha: 17/04/2018,
Categorías:
Humorísticos
Autor: Mewlen, Fuente: CuentoRelatos
... del placer propio. Le dedicó una sonrisa que se perdió entre sus jadeos.
Sí, jadeaba; para su sorpresa, Cony jadeaba como una posesa... como si pretendiera absorber el placer del aire. Gabriel pasó a recorrer con una de sus manos su abdomen, con dedos que a ella se le antojaron de seda... dedos que quemaban a su paso y dejaban rastros obscenos de gemidos candentes que subían desde su pecho a su garganta... que amenazaban con ahogarla. Sintió también la otra mano subiendo hasta su cintura por el centro de su espalda, jugando con el sudor que comenzaba condensarse en ese río natural...
... Y también sintió cuando ambas manos trabajaban juntas.
Gabriel usó de apoyo la mano que tenía en la espalda de su ardiente tía y subió la que jugaba en su abdomen hasta el centro de su pecho, haciendo presión y encorvando a Cony suavemente, haciéndola adoptar una pose extraña, pero para nada incómoda... Muy por el contrario, Cony disfrutó de la tensión que le brindaba y notó que en la cara de Gabriel había una mirada aprobatoria. Se sorprendió a sí misma al darse cuenta que le agradaba aquello, que deseaba la aprobación del joven.
Entonces, comenzó a entender el porqué de aquella preparación.
Gabriel la volvió a tomar por sobre las caderas hundiendo sin prisa, pero con todas sus fuerzas, su pene en la entrepierna de Cony. Dejó escapar un gemido aprobatorio de la labor del joven, quien continuó explorando en busca del placer de su amante. Cuando estuvo seguro de no poder ...
... adentrarse más, comenzó nuevamente con el mismo bamboleo que había probado antes, pero esta vez dirigiendo en todo momento los movimiento de Cony. No la forzaba -una obviedad dada su poca potencia física-, sino más bien la dirigía en la búsqueda de un camino ignoto, cosa que ella agradecía mediante su aroma, su sudor, sus jugos, sus gemidos, mientras se sentía subir y subir hasta una altura hasta ahora desconocida... le recordaba el calor del sol y la frescura del viento que cuando niña sintió más de una vez, estando en lo alto de una colina... la sensación la llenaba, la embriagaba... la hacía sentir bien.
Pasaron los minutos... quizás las horas, no lo sabía, pero la temperatura no hacía sino subir. En su pecho, sus labios, su entrepierna, toda ella estaba hecha un incendio... ¡Virgen santísima, como le gustaba!. Se encharcaba cada vez más, podía sentirlo. Hacía un rato había dejado de sentir sus piernas, pero no le importaba... bien podría habérselas cortado y no hubiera acusado recibo ante la calidez que sentía.
Fue allí que se desató. La tomó totalmente por sorpresa.
Gabriel presionó un poco más hacia adelante, haciendo que su clítoris se rozara con la piel del muchacho, y eso la hizo alcanzar otro cielo. Nació desde dentro de su sexo, hubiera deseado poder decir más, pero creció tan rápido que no pudo, no quiso oponerse al placer. Uno tras otro, una serie de gentiles orgasmos la llevaron al éxtasis. Trató de contar, pero cesó el empeño al llegar al sexto... de allí en ...