La primera Colegiala Transgénero - La leche de Stefi
Fecha: 15/07/2017,
Categorías:
Transexuales
Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues
... dorso. Tenía el cuerpo desde las rodillas hasta los hombros, suspendido en el aire, danzando mientras se pajeaba. Los gestos de su hermosa carita eran adorables, parecía estar en otra dimensión, ahogada en placer. En un momento, soltó su tieso falo y se apoyo con ambas manos. Empezó a perrear solita, y en dos segundos se vino como una fuente de semen espeso. Los potentes chorros salían del cuadro y volvían a caer en su vientre formando temblorosas perlas. Yo, superé la barrera, me saboreé. La chica al fin dejó caer su cuerpo y ahí sobre la cama, siguió dando eyaculaditas sin usar las manos, al tiempo que se esforzaba por respirar. Qué pito tan apetitoso y qué leche tan provocativa. Ya la había decidido, tenía que probar la leche de Stefi. Último día. 20% de la gente. Mis ganas: 120%. En los días entre el cream-pie que me hizo Mapu y este último, había cruzado varias palabras con Stefi, pero no había podido avanzar mucho. La chica estaba atemorizada. Mientras buscaba a Stefi, pasé por los salones de artes del primer piso, uno de los lugares favoritos para ir a tener sexo, por lo retirado que quedaba. Ahí estaba Mapu con uno de mis colegas, abrazaditos. En pocos minutos, Mapu estaría viendo de dónde agarrarse, ahogando los gritos de satisfacción mientras le rellenaban frenéticamente su apetecida abertura anal. Vi a Stefi cruzar un pasillo y empezar a alejarse. “Es adorable” pensé. Corrí tras ella. - !Stefi! Quiero hablar contigo - ay profe, por favor no… - no creas que es por ...
... algo malo. No va a pasar nada malo, ¿quién crees que soy? Por favor entra a este salón y hablemos. Ella obedeció de mala gana y me dió la espalda. - Profe, yo sé que usted es el favorito de las muchachas aquí. Pero que nunca va a querer estar conmigo. La llevé de la mano al rincón detrás del mueble de lso libros, donde le había explorado el recto a tantas colegialas con mi afortunada lengua. Me puse frente a ella y le tomé la carita de cuento de hadas con la mano para dirigirla a mí. - te equivocas tremendamente. Ella tuvo el visible impulso de sonreír, pero algo le faltaba, así que se lo dí: Le acaricié firmemente la mano con el pulgar. Que se me caiga la verga si eso no es una niña, qué rostro divino y qué piel prolija como para dormir en ella. Que tuviera verga, no la hacía menos. - me gustas – le dije, y se me paró. Ella al fin sonrió, ampliamente. Me abrazó y me apretó esas tetazas de sirena en la parte alta de mi estómago. Una vez roto el hielo, hablamos por una hora. Me contó su historia y como había podido mandarse poner la silicona legalmente gracias a las nuevas políticas sobre la libertad sexual en adolescentes. - ¿las puedo ver? - le dije. - ¿claro! Abrí la puerta del librero para que nos escondiera. Ella se quitó el saco. Se veía hermosa en jardinera, pues el saco por lo regular disimulaba la forma de su prodigioso pecho. Se bajó la cremallera trasera de la jardienra y la abrió. Se desabrochó la blusa y vi sus sostén. Era bonito, fino, se veía que la chica tenía ...