1. La profesora de autoescuela


    Fecha: 30/04/2018, Categorías: Masturbación Autor: bimont, Fuente: CuentoRelatos

    ... endiablado, haciendo malabarismo por las nalgadas que le propinaban, ya sin parones continuó hasta mi delirio. Cuando abrió los ojos nuestras miradas se cruzaron y en su cara se perfiló una sonrisa de complicidad, se relamía los labios mojados por mis flujos.
    
    —Bueno, está claro que no es la primera vez que has hecho eso. ¿Qué tal?
    
    —La verdad es que nunca con algo tan tierno y sabroso.
    
    Me incliné sobre ella, aún de rodillas, nos besamos, primero con dulzura y delicadeza, luego con ferocidad, sus labios carnosos mantenían aún el sabor de mi coño.
    
    —¿Te gustaría algo más? —Le reté mirándola fijamente.
    
    —Ohhh, joder..., me estáis volviendo loca —dijo en voz apenas audible.
    
    —¿Sigues interesada? —añadió Adela, mientras se colocaba detrás mío.
    
    Yo estaba de pie, deslizó una mano bajo mi falda y metió un dedo dentro de mi coño caliente y aún húmedo. "Mmmm", gemí mientras se deslizaba. La otra mano libre debajo de mi camiseta, acunando mi seno derecho, pellizcándome el pezón. Ella también se había levantado, frente a nosotras, expectante, sonrojada, se le notaba nerviosa.
    
    —¿Sin duda te gusta esto? ¿Te pone cachonda verdad? ¿A que sí?.
    
    —Si... mucho.
    
    —Pues, ¿quieres seguir? —le tendió una mano y ella se la tomó.
    
    —Buena chica. Vamos a movernos a la habitación, ¿de acuerdo?
    
    —Estoy un poco nerviosa, tengo que admitirlo. Si vamos…, como deseéis.
    
    Ya en la habitación. Adela, sin rastro de emoción en su voz:
    
    —Primero vas a desnudarte tú misma, y nos vas ...
    ... a dar el placer de admirar tu cuerpo, ¿entiendes?
    
    Nos miró con cara de sorpresa, y ante su nula reacción. Acercando mi boca a la de ella, la besé. La besé con tranquilidad, con mimo, con pasión, se dejaba hacer, se notaba que disfrutaba. Sin duda, su excitación era cada vez más visible. Una vez finalizado el beso, enredé los dedos entre su melena y murmurando.
    
    —Has oído lo que quiere, empieza a desnudarte.
    
    —Sí... lo entiendo, de acuerdo, haré lo que me dice.
    
    Mientras Adela, sentada ahora en una butaca nos miraba a las dos. El rostro de Marta expresaba un gozo contenido, se mordía labio, lentamente se desprendió de la camisa y desabrochó el sujetador. Saltaron un par de exquisitas formas redondas, aún bien puestas, con pezones de color marrón oscuro que apuntaban rígidos. Estaba delante de ella, ya desnuda pues me había desprendido de mi ropa.
    
    —Son tuyas, puedes... —Marta se estaba entusiasmando.
    
    Se oyó la voz de Adela. —Adelante, Nora, ya ves, la hará sentir bien —Las amasé con ambas manos, besé y succione los pezones.— Apuesto a que les gustaría ser pellizcados. Hazlo —Pellizco.— Ay... Mmm... —Pellizco.— Ay... Mmm... —Más fuerte.— Ayyy... Mmmm... —La rotundidad de mi presión hizo que cerrase los ojos, expresión de dolor en su cara, cuando dejé de presionar resopló. Entonces rozando con mis labios su rostro, proseguí:
    
    —¿Ahora quiero el resto? ¿Te importa?
    
    —No... no... no me importa, sí queréis verlo.
    
    La temperatura subía por momentos, primero fue la ...
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