1. El primer marica que follé hasta cansarme


    Fecha: 30/04/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... por las hormonas, pero nunca se me había pasado por la cabeza la idea de montar un marica delicado como el que tenía delante. Bueno, una vez, hace años, noté que se me excitaban los huevos y se me endurecía la polla al ver un marica que atendía en una gasolinera con unos shorts pequeñísimos y ajustados y movía el trasero como una puta, pero iba con la familia y tuve que pasarlo por alto. Esta vez, la vista del marica acariciándose para darse la crema solar me había producido el mismo efecto, notaba mis huevos excitados y la polla endureciéndose, sobre todo, cuando se acarició las nalgas, pequeñas pero tersas y redonditas. En la cama, pensé, debe moverse como una golfa.
    
    En esas, giró la cabeza hacia mi y sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba abajo, brillando en una sonrisa al ver el bulto pronunciado de mi bañador. Entreabrió ligeramente los labios en un gesto tan insinuante que noté cómo se acentuaba el endurecimiento de mi pene. Entonces, muy despacio, se dio la vuelta y se puso boca abajo, con las nalgas desnudas en una postura que era toda una exhibición. Incluso entreabrió un poquito los muslos, dejando ver la fina cinta del tanga que se perdía entre las nalgas brillantes por la crema. Yo estaba ya francamente empalmado, luchando entre mi voluntad de irme de allí y la excitación que me invitaba a probar una novedad tan femenina y tan tentadora. Se dio cuenta de que yo no iba a decir nada y tomó la iniciativa.
    
    - Que día tan bueno ¿verdad? El sol es una ...
    ... caricia.
    
    Su voz me llegó acariciadora, insinuante. Me di cuenta de que deseaba montarle y follarle, usarle como la mujer que se mostraba. Procuré mantener cierta frialdad.
    
    - Sí, hace un sol muy agradable. Pero tu ya estás bien bronceado... por todas partes –dije, sin poder evitar la insinuación morbosa.
    
    - Bueno –contestó sonriente mientras acentuaba el gesto de levantar las nalgas y entreabrir los muslos– es que me gusta estar siempre bronceado, me hace más atractivo el cuerpo, por lo menos es lo que me dicen mis amigos.
    
    No se cortaba un pelo. La insinuación era ya descarada. Noté que se acentuaba la excitación de mis genitales y el deseo de hacerle sentir a ese marica tan hembra lo que es un buen macho. Miré a nuestro alrededor. Nadie estaba suficientemente cerca como para oír lo que habláramos. Así que decidí pasar a la ofensiva en plan directo y grosero.
    
    - Pues con ese cuerpo como te cojan unos camioneros calientes te van a dejar el culo como una charca de patos.
    
    Se echó a reir alegemente.
    
    - Ya me lo han hecho muchas veces, claro. La semana pasada seis camioneros me estuvieron follando durante casi toda la noche en Aguadulce. Ni se la de veces que se corrieron en mi culo y en mi boca –hizo una pausa, observándome–. Se te ve muy macho. ¿No te has follado nunca una mariquita como yo?
    
    - No, la verdad es que no. ¿Te apetece que te monte como a una yegua? Te advierto que tengo un palmo de polla bien gruesa.
    
    - Ya he visto que tienes un buen paquete. Al revés que ...
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