1. El primer marica que follé hasta cansarme


    Fecha: 30/04/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tragando hasta la última gota. Tuve que apartarle, porque noté que me empezaba a excitar de nuevo. Lo levanté y llevé hasta la cama. De un empujón le tiré sobre ella y de un tirón le arranqué el tanga, que se rompió por una cinta.
    
    - ¡Boca abajo, puta! Quiero ver tus nalgas bien levantadas.
    
    Sabía colocarse el muy maricón, porque nada más ponerse boca abajo, con las nalgas en alto y los muslos ligeramente entreabiertos, enseñando el agujero del culo también entreabierto, noté otra vez mi polla empalmada a tope. En esa postura, movía ligeramente el trasero de una manera excitante. Fui al armario y cogí un cinturón de cuero. Él se percató de lo que venía y acentuó el movimiento de su trasero. "No me hagas mucho daño", musitó.
    
    Su sumisión me excitaba aún más. Con ganas y fuerza hice restallar el cinturón de cuero sobre sus nalgas, una vez, dos, tres... El sonido del cuero al golpear las nalgas, y sus gemidos de dolor, me ponían todavía más caliente. Las nalgas se pusieron rojas como tomates y aparecieron en ellas las trazas de los latigazos de la correa. Yo me sentía a punto de explotar, tiré la correa y me puse tras él, le cogí fuerte por las caderas, escupí varias veces en su agujero, coloqué la punta de mi polla tiesa y empujé con toda mi fuerza, de forma que la polla entró de una vez, bruscamente, y mientras él lanzaba un grito de dolor, le sujeté con fuerza las caderas y empujé hasta golpear su trasero con mis huevos.
    
    Fue una penetración rápida y violenta, sus ...
    ... gemidos y lágrimas me ponían a mil y bombeé con todas mis ganas, hasta notar como los chorros de mi semen entraban ardientes en sus intestinos. Quedó inmóvil y yo me dejé caer sobre él sin sacar la polla de su culo, notando con placer los estremecimientos de sus esfínteres. Durante un buen rato le mordí y chupé el cuello y los hombros, mientras el gemía de dolor y placer.
    
    Yo seguía excitado, así que saqué la polla, me levanté y le ordené una nueva postura.
    
    - ¡Date la vuelta, putón! Ahora te quiero boca arriba, que voy a hacerte hembra del todo.
    
    Se puso boca arriba. De nuevo estaba tembloroso y ansioso. Era tan insaciable como yo y debía reconocer que se comportaba como mujer más que muchas mujeres. Me molestó ver su pequeña polla. Agarré su polla y sus huevos con una mano y los retorcí, calentándome con sus gritos de dolor.
    
    - ¡Esto te sobra, maricón! ¡Te lo voy a arrancar! –me excitaba darme cuenta de su sumisión completa y de cómo aceptaba el dolor como una parte de su entrega a mí.
    
    Cogí sus tobillos y levanté sus piernas bien abiertas. De nuevo se ofrecía ante mí el agujero del culo, cada vez más dilatado, y yo tenía de nuevo la polla completamente tiesa. Me puse encima, pasé sus piernas por encima de sus hombros y sin ninguna preparación penetré de nuevo, con toda la violencia que fui capaz, aquel agujero tembloroso, mientras agarraba sus pezones y los retorcía con fuerza, para que el dolor le llegase al mismo tiempo por más sitios. Sus ojos estaban arrasados ...
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