1. El primer marica que follé hasta cansarme


    Fecha: 30/04/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en lágrimas, pero movía sus caderas y las proyectaba hacia mí para favorecer la profundidad de la penetración. En aquel momento me parecía totalmente una mujer y mientras metía y sacaba mi polla en su culo le escupí un par de veces en la cara y le grité que la iba a preñar. Los estremecimientos de su vientre mostraban la intensidad de su placer, y nuevamente me vacié en su interior, sintiéndole totalmente como si fuera una mujer y además una mujer putísima. Me parecía increíble que un hombre ya de edad pareciese tan excitante y femenino, como un auténtico Dorian Grey.
    
    Saqué la polla chorreando, fui rápido a la mesilla a por una cámara digital de fotos que tenía allí y empecé a hacerle fotos. No sólo no se negó, sino que empezó a poner todo tipo de posturas sexy y provocadoras. Cuando ya tenía muchas fotos, le levanté de la cama y le llevé a la terraza. Nadie parecía mirar hacia allí. Le hice ponerse de rodillas, le ordené abrir la boca y empecé a mear en su cara. Mientras el chorro dorado rompía contra su cara y resbalaba por su cuerpo, seguí haciendo fotos, apunté bien a su boca y no la cerró mientras el chorro penetraba en ella.
    
    Así fue la primera vez que me tiré a un marica y la verdad es que disfruté como pocas veces y me sentí tan hombre como siempre. Aún conservo las fotos y debo confesar que más de una paja me he hecho contemplándolas y recordando aquella mañana de febrero. Agotado ya, le di unos azotes cariñosos en el trasero y le dije que se fuera. Dócilmente ...
    ... rodeó sus caderas con el pareo y sonriendo me dijo: "gracias". Y salió de la habitación con su paso afeminado y ondulante.
    
    A última hora de la tarde le encontré en el bar del Parador. Estaba impecable, vestido con un elegante atuendo marinero, camisa entreabierta y pantalón, zapatos náuticos con borlas y un jersey azul sobre los hombros. Sus rizos a mechas habían desaparecido, efectivamente eran una peluca que le sentaba de cine, muy bien hecha. Su pelo real era negro y lo llevaba muy corto, sin duda, casi rapado, para facilitar la buena colocación de las pelucas. Me saludó con la mano y me acerqué. Me invitó a un whisky, que acepté. Le comenté lo bien que lo había pasado y que era mi primera experiencia con un marica. Sonriendo, me dijo que a él no le gustaban los maricas –"para mariquita y mujer, yo"– sino los hombres muy viriles como yo.
    
    - Perdona, pero ¿qué edad tienes? –le pregunté.
    
    - ¿Te sorprende, verdad? Pues, mira, 51 años.
    
    - Es increíble, te mueves y te comportas como un joven, tu cuerpo y tu piel son tersos y excitantes. ¿Cómo lo has conseguido?
    
    - Dicen que los mariquitas muy femeninos nos conservamos mejor. Quizá sea porque siempre me han acariciado y usado desde muy pequeño.
    
    Me contó un poco sus años infantiles, lo que le gustaba que los demás niños le vieran desnudo y le tocaran, y su "iniciación" a los trece años, en unos billares, donde compañeros del colegio tres o cuatro años mayores le usaron plenamente como mujer por primera vez. Luego me ...
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