Hora de disfrazarse
Fecha: 01/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: carihuevina, Fuente: CuentoRelatos
... quiera imaginar.
En esas estaba yo. Imaginando mil prácticas junto a ella en aquel lujoso vehículo.
Muy a mi pesar el trayecto no tardó en acabar dejando la mejor parte por acabar.
Bajamos de la limusina, y nos encontramos frente una solitaria cabaña.
No imaginaba qué “premio” podría esperarnos allí pero entré, quedarse fuera no era una opción.
Una serie de estratégicas flechas nos indicaron el camino a seguir.
Llegamos a un cuarto oscuro, literalmente oscuro. Todo él estaba pintado de negro.
Apenas había decoración. La imprescindible cama (se trataba de un dormitorio), un arcón y en el extremo lateral otra puerta.
Como suponía daba al baño.
Nada pintaba muy bien asique decidí salir y pedirle al conductor que me llevase de vuelta al hotel, pero la puerta estaba cerrada y no veía la llave por ningún sitio.
Sobre la cama estaba mi anónima compañía.
Seguía disfrazada y me miraba con ojos de diversión.
Le gustaba el juego.
Me sentó en el borde de la cama. Ella se sentó encima rodeándome con sus piernas, impidiendo que pudiese de alguna manera escapar.
Me propuso un juego. Enumeraría todo lo que encontrase en el baúl y yo podría escoger tres números.
Cuando lo hice sacó disimuladamente los artilugios, pero el juego no acababa ahí. Cada uno de esos objetos llevaba un acertijo propuesto, si lo acertaba, yo dominaría el juego, si no; era ella quien estaba al mando.
Primer acertijo y primer fallo.
El turno es de ella.
Saca a ...
... relucir unas esposas. Todo un clásico, pensé.
Se contonea delante de mí, haciéndose la interesante o buscando la manera de sorprenderme, no lo sé. Yo estaba demasiado expectante y ansioso porque fuese lo que fuese comenzase ya.
Y comenzó.
Se acercó, me llevó las manos a la espalda y me esposó.
“Más clásica no se puede ser. Me decepciona”
Saco la funda de la almohada y con ella ato mis manos ya esposadas a una pata de la cama.
No entendía nada.
Se sentó enfrente. Aquella falda tan corta no tapaba mucho y el hecho de estar abierta de piernas no ayudaba a la labor.
Aún llevaba las botas altas puestas.
Se inclinó hacia delante para desabrocharme el pantalón.
Sacó mi polla, ya muy dura, y la dejó a la vista de los dos.
Volvió a la posición inicial.
Empezó a tocarse por encima del tanga. Primero sutilmente y después con más fuerza.
Se veía muy excitada. Me miró de reojo para comprobar que mi interés no había decaído.
De repente se levantó, y acercando su mano me rozo para que pudiese oler lo excitada que estaba. Acerqué la boca para saborearlo, pero ella se apartó y no lo conseguí.
El juego me encantaba y me mantenía muy excitado.
Ahora se puso a cuatro patas. Comenzó a bajarse el tanga.
Tenía el culo más perfecto que he visto.
Con un par de dedos que se llevó antes a la boca se masturbaba más intensamente que antes.
Ahora se podía oler en el ambiente ese olor que queda en la habitación cuando haces que una mujer se corra de ...