1. Experiencia erótica de una atea con su ángel guardián


    Fecha: 07/05/2018, Categorías: Grandes Series, Autor: Urawan, Fuente: CuentoRelatos

    Los hombres a las mujeres con nuestro comportamiento nos llaman, putas o ninfómanas entre otros calificativos denigrantes. Las mujeres nos dicen que somos degeneradas, quita maridos entre otros calificativos que lo único que expresan es la frustración de no tener las agallas de hacer lo que nosotras hacemos y es vivir nuestra condición de mujeres libres, simplemente eso vivir a nuestro gusto.
    
    Yo siempre defendí mi comportamiento diciendo: Ni puta, ni ninfómana peor degenerada, sino mujer y si algún marido se separó de su mujer no fue por mi sino porque generalmente estaban insatisfechos con la compañera que tenían y yo les di lo que sus esposas no lo hacían así de simple y sencillo. Total yo vivía mi vida participando con gente de mis mismos gustos sin molestar a nadie. Me encantaba el sexo a plenitud, hasta cuando mi vida tomó otro giro por otro aspecto que me rodeaba desde niña, era la religión y sería la causa de mi modo de mí vida actual.
    
    Siempre negué la existencia de Dios. Mi negación de su inexistencia no fue producto ni del azar ni de la moda peor del despecho de vivir en esta sociedad injusta, pacata, hipócrita, llena de odió, rencor, revancha y de tantos desórdenes humanos más. Sabía perfectamente que hay seres opuestos que se aman que son misericordiosos, se perdonan, se comprenden y tienen otras virtudes. Unos son creyentes otros ateos. Sin embargo, no dejaba de pensar en los que disfrutan en hacer lo opuesto: son egoístas, condenan, castigan y cometen ...
    ... un sinfín de desenfrenos a sabiendas que hacen daño sean creyentes o ateos.
    
    Mi ateísmo estuvo bien analizado. Mis padres ateos y marxistas a carta cabal como yo lo era en ese entonces. Ellos me inculcaron su modo de pensar de una manera racional. No me impusieron su pensamiento sino que durante toda mi vida me instruyeron en todo lo que de religión se trata; no únicamente del cristianismo sino también de las otras religiones monoteístas, de las politeístas y hasta animistas.
    
    Les decía además: Cómo no me va gustar el sexo, si siento un placer riquísimo cuando un macho me monta, me abre de piernas, ve con lujuria mi conchita que expele olores y jugos deliciosos que piden a gritos que una lengua me lama o que un falo me penetre y me dé bomba sin parar, mientras no deja de acariciar mis senos o toquetear mi clítoris hasta cuándo una electricidad sale de lo más profundo de mi útero recorre mi cuerpo y hace que llegue a la cima del éxtasis para tener los orgasmos más ricos de mi vida o cuando conociendo cómo y cuándo cómo reacciona una mujer las voy poco a poco conquistando para someterlas a mi gusto, muchas de ellas nunca fueron lesbianas pero cuando ellas me gustaban y las satisfago como ellas desean, se me entregan completamente. Yo las estudiaba para saber cómo hacerlas mías. Las adulaba, las llenaba de lisonjas, halagos, zalamerías como ningún macho lo había hecho, ya viendo destellar de sus ojos felicidad poco a poco acariciaba su rostro, cabello, besaba sus cachetes, ...
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