1. Los amigos de mi mujer (1)


    Fecha: 14/05/2018, Categorías: Confesiones Autor: komo, Fuente: CuentoRelatos

    ... si la dependienta se "tragaba" el tamaño superior, Marta, con mayor talla y envergadura, se podría "tragar" dos tallas más… pero dejé de hacer conjeturas, y nos dispusimos a pagar.
    
    A continuación, la vendedora nos explicó las medidas higiénicas, y de conservación, así como nos sugirió un lubricante acuoso, para facilitar las penetraciones, y otro lubricante que actuaba como estimulador del orgasmo. Puso pilas nuevas y probó que el juguete funcionaba perfectamente. Pagamos, y salimos de la tienda con una discreta bolsa color negro, que ocultaba su contenido de la vista de los transeúntes…
    
    Regresamos al hotel. Al cruzar el vestíbulo, nos pareció que todo el mundo nos observaba. Nos dirigimos al ascensor, y esperamos con impaciencia a que bajara la cabina. Subimos, y de nuevo Marta se abrazó a mi cuello y me morreó con un beso lujurioso. Estaba muy excitada, seguramente por la escena con la vendedora. La verdad, yo también me había excitado con la escena imaginada de la vendedora, atizándose con el vibrador sobre el clítoris, además de tener absolutamente llena la vagina con el pene…
    
    Entramos apresuradamente en la habitación, desnudándonos por el pasillo, tirando la ropa sobre la butaca. Desembalé el juguete, y lo dejé sobre el lavabo, Pasamos juntos a la bañera, y comenzamos a darnos jabón y a frotarnos con la esponja mutuamente, por todo el cuerpo, sin olvidar los rincones más íntimos. Más que una ducha, aquella escena parecía un precalentamiento, un aperitivo de lo ...
    ... que vendría después. Marta se arrodilló, y, después de aclararme bien el pene con agua, se lo introdujo dulcemente en su boca… Pero, enseguida, comenzó a succionarme el pene con deleite, cada vez con más fuerza… Apoyó sus dos manos abiertas sobre mis glúteos, y me atrajo hacia ella… Creí morirme al sentir que mi glande tocaba su garganta… Tembloroso, di un respingo de placer, agarrándome a la barra del baño para no caerme de gusto, mientras, mi otra mano, sobre su cabeza, evitaba que se la tragara hasta lo más hondo de su garganta…
    
    -¡No sigas, mi vida…! ¡No puedo resistirlo… ¡Para… por favor!
    
    Se puso en pie, y me comió los labios con ardor… tomó la toalla y comenzó a secarme… hice lo mismo con ella, y, mientras ella secaba su pelo, yo lavé el juguete con jabón íntimo, y lo sequé cuidadosamente con un toallita.
    
    Nos echamos sobre la cama, y comenzamos de nuevo el juego amoroso, cubriendo ahora con nuestros besos y caricias, toda la geometría erógena de nuestros cuerpos… Tras unos minutos de ardorosas exploraciones, metí el dedo corazón en su chorreante vagina. Sentí lubricado mi dedo, y lo apliqué sobre su clítoris, frotándolo suavemente. Alterné varias veces estas maniobras, hasta que Marta me susurró al oído:
    
    -No me hagas sufrir más… quiero el juguete… muy suave…
    
    Apliqué un poco de lubricante sobre la punta del pene, y lo introduje con cuidado hasta la mitad aproximadamente. Seguidamente, puse en marcha el mecanismo de rotación a la mínima velocidad. Al notar el ...
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