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Ella me convierte en su esclavo y juguete
Fecha: 14/05/2018, Categorías: Masturbación Autor: adoniss404, Fuente: CuentoRelatos
... tímidamente con miedo. Tú no haces nada. No obstante, cuando llevo tres segundos, aprietas mis huevos y rápidamente vuelvo a la zona de arriba conteniendo un gemido, a la vez que siento que tus dedos aligeran la presión. Sigo durante un par de minutos acariciando tus trapecios. De repente empiezo a notar de nuevo que me aprietas poco a poco los huevos. Debo pensar rápidamente. Querrá que cambie de zona o que masajee con más fuerza? Entonces opto por hacerlo más fuerte y con alivio noto que he acertado. Mi polla está durísima. Empiezo a notar como un poquito de líquido sale por la puntita por la gran excitación que me provocas. Tras tres minutos con la nueva intensidad, vuelves a apretarme. Entonces pienso que quizá lo que quieres es que cambie de zona y empiezo a bajar. Voy lentamente pero tú sigues apretando. Tengo miedo de que llegues a una intensidad que no pueda controlar. Decido bajar más rápidamente hasta la base de tu espalda y cuando estaba a punto de soltar un gemido sueltas tu puño. Estoy cachondísimo y veo como una gotita de semen resbala por la punta de mi polla. Quisiera limpiármela pero no puedo arriesgarme a dejar de masajearte. Entonces la gotita cae sobre el antebrazo con el que controlas la situación. Inmediatamente reaccionas y dices —¡Qué ha sido eso, esclavo!" Yo respondo que una gotita de mi pene. Entonces te das la vuelta enfurecida diciendo —Es que te crees que tu diosa puede estar oliendo a tu sucio semen?" —Cuando lo quiera, te lo pediré y ...
... mientras tanto deberías ser lo suficientemente hombre como para controlar tu excitación. O prefieres que te trate como a un perro? Quizá sea esa la mejor manera de tratarte". Entonces te sientas en la cama y me ordenas que me ponga boca abajo sobre tus muslos. —Creo que con un pequeño escarmiento aprenderás a controlarte mejor. Levanta el culo. Levanto un poco el culo e inmediatamente noto la palma de tu mano como estalla contra él. Así lo hace repetidas veces. Cada vez me pica más. El dolor va aumentando y me pregunto cuándo pararás. Finalmente dices —Creo que por ahora bastará. Ya sé que no puedes tener marcas... —Bueno, ahora que eres un perro, creo que debes bajarte de la cama. Ponte a cuatro patas en el suelo." Entonces sacas de tu bolso una pelotita pequeña y la tiras al otro extremo de la habitación mientras me ordenas que te la traiga con la boca. Que no se me ocurra cogerla con las manos, porque al fin y al cabo, soy su perro. Voy a cuatro patas por la habitación, bajo mi cuello y con la boca recupero la pelota para traértela después. La dejo sobre tus manos. La vuelvas a tirar, esta vez hacia el cuarto de baño. Yo nuevamente salgo disparado para traerla a tu regazo. —Muy bien, perrito. Veo que eres un perrito obediente." Mientras dices esta estiras tu mano hasta la parte baja de mi vientre para palpar mi polla. —Muy bien, así quiero que esté... bien tiesita. —Ni se te ocurra dejar que se ponga blanda, si no quieres que te castigue nuevamente. Yo, como sé que ...