Ella me convierte en su esclavo y juguete
Fecha: 14/05/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: adoniss404, Fuente: CuentoRelatos
... ahora soy un perrito, no digo nada pero muevo mi cabeza confirmando su afirmación. Entonces tú estiras un poco más el brazo y asiendo firmemente mi polla empiezas a acariciarla hacia arriba y hacia abajo. Entonces yo me excito aún más. Cierro los ojos y no puedo evitar soltar un gemido. Reaccionas inmediatamente y mientras sigues acariciándome la polla, con la otra mano me das una sonora bofetada diciendo —perro vicioso! Entonces, me sueltas y me ordenas que te descalce con la boca. Con mis dientes, voy soltando las hebillas y consigo descalzarte ambos pies. —Bésalos", me ordenas. Yo ilusionado con tan deseado mandato comienzo a besarlos con pasión. Entonces levantas uno de los pies y me mandas que chupe todos tus dedos. Me encanta sentir el sabor salado de tu sudor en los pies. Para mí es un honor poder estar degustando tan deliciosa parte de tu cuerpo. —Eso es perrito. Coges el otro pie que está libre y lo bajas hasta mis huevos y mi polla para acariciarlo con suavidad y pasión. Me voy excitando mucho y sin darme cuenta, la punta de mi polla húmeda roza con el empeine de tu magnífico pie. Te das cuenta y reaccionas rápidamente. —Bien, creo que ya es hora de que le quitemos protagonismo a ese triste rabo que tienes entre las piernas y que te demuestre que tú no eres macho para mí. Sube a la cama." Entonces coges tu bolso y vas al baño. Yo me quedo pensativo intentando adivinar qué es lo que vendrá ahora y temiéndome lo peor. Es entonces cuando mi respiración se queda helada ...
... al verte salir del baño. Puedo contemplar con total admiración tu bello cuerpo en ropa interior.
Me encanta, me excita, me pone a mil. Lo adoro. Recuero entonces cuando dices que habías ganado algo de peso frente a las anteriores fotos y es cuando yo pienso que ese cuerpo es lo que yo siempre he soñado. Me encanta contemplar tus caderas, tus muslos, tus pechos. Me pregunto si podré disfrutar algo de todo ello. Entonces, me muestras tus manos, que habían permanecido detrás de tu espalda mientras salías del baño. Una de ella está vacía y la otra lleva un consolador unido a un arnés. Es entonces cuando un escalofrío me recorre por toda la espalda. Entonces me dices —ya que como macho no sabes estar a la altura de las circunstancias, veremos qué tal lo haces como hembra. —Ponte a cuatro patas sobre el borde de la cama! Yo obedezco asustado. Siento todo mi torso desnudo y arqueado, esperando recibir de la manera menos dolorosa posible el rabo que te estás sujetando a la cintura. —Bien, ya está!" Entonces, te acercas a mí mientras dices —para que veas que soy clemente, te dejaré que humedezcas tu ano con tus dedos durante cinco segundos. Yo rápidamente e intentando perder el menor tiempo posible, me llevo una mano a la boca y mojo todo lo que puedo con saliva el dedo índice y corazón. Los dirijo hacia atrás para untar bien mi ano. Vuelvo a repetir la operación y entonces tú ordenas que me detenga. —Alto zorra! Se ha acabado tu tiempo!" Entonces, acercas el pene a la entrada de ...