1. El autobusero


    Fecha: 17/05/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... embrague, y por fin nos encontrábamos arriba de la cuesta, en la plaza central de mi barrio. Sin cambiar a segunda, se dirigió a la parada, paró el autobús con otro juego sincronizado de movimientos, primero punto muerto, luego freno de mano, y por fin desconectar el motor.
    
    Yo me quedé allí sentado, inmóvil en mi asiento, con mi mirada fija en su cuerpo, que después de la tensión que había acumulado en todo el recorrido, por fin se relajaba. Ya no parecía que fuera a estallar, bueno, seguía estando ajustado en toda su ropa, pero no se le notaban todos los músculos y las venas.
    
    Y entonces pasaron una serie de cosas que me hicieron pensar que él sabía que yo lo estaba observando con fijación: primero se inclinó sobre el volante de tal manera que en vez de su paquete, lo que yo vi reflejado en el espejo fueron sus ojos. A continuación, se volvió y me miró directamente a los ojos. Y con parsimonia, se levantó de su asiento, saltó por encima del motor, y vino hacia donde estaba yo sentado.
    
    Estaba de pie justo enfrente de mi, y yo sentado, mirándole fijamente, pero también, con aquello en lo que no había podido dejar de fijarme a sólo unos centímetros de mi rostro. Yo le aguanté la mirada, por unos instantes, mientras él hablaba conmigo.
    
    Pero no pude evitar mirarle fijamente al paquete, que es, estoy completamente seguro, lo que él estaba esperando para iniciar una cadena de movimientos muy estudiada para provocarme, para provocar a alguien que sabía lo que había ...
    ... estado observando en todo el viaje.
    
    Justo cuando yo lo miré abajo, él dirigió su mano derecha al bulto y delimitó con sus dedos el perfil de lo que motivaba aquel bulto. Bueno, una de las cosas, porque allí todo parecía ser de buen tamaño, pero esto destacaba de lo demás, con la forma consabida de plátano, por decirlo de alguna manera, apuntando hacia arriba. Se acarició en toda la longitud hasta que se distinguió perfectamente la forma que él sabía que yo codiciaba.
    
    Lo dijo con un tono tan viril, pero a la vez tan cariñoso, que yo creo que muy poca gente habría dicho que no. ¿Por qué no? Pensé yo, por tocar eso no pasaba nada. Me lo estaba ofreciendo, así que acepté entrar en el juego, y con mi la palma de mi mano derecha recorrí toda la extensión de lo que se delimitaba por encima del pantalón. Estaba duro, y caliente. Lo recuerdo así, como una sensación placentera, pero también con tensión, con miedo. A lo que él pudiera hacer justo después, a que alguien apareciera por allí y nos gritara ¡maricones! Por eso miré hacia los lados con aprehensión. Pero él lo tenía mucho más claro que yo y puso su mano encima de la mía, apretándola contra su polla, y moviéndola con suavidad.
    
    Se fue hasta la cabina del conductor, apagó las luces y de pronto nos quedamos a oscuras. Veía perfectamente su silueta cuando se acercaba hacia mí, tocándose lo que yo estaba deseando tocar y yo qué sé qué más. Porque yo no sabía nada de lo que se podía hacer en estos casos.
    
    Cuando estuvo a mi ...