1. EN UN MUNDO SALVAJE (3)


    Fecha: 19/05/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... acabó, Juan, cariño mío, maridito mío; se acabó para nunca más volver. Ayer rompí, de una vez por todas, radicalmente, con lo que ya era una insufrible tortura para mí al, por vez primera desde que todo esto empezara, no ir a reunirme con él, a abrirme de piernas para él. No pude, Juan; no pude. Quise hacerlo, pero toda yo, mi cuerpo y mi alma, lo mismo la parte material como la espiritual de mí misma, se negaron en rotundo a ello. Anduve unos metros, no sé, puede que hasta doscientos, puede que muchos menos, y tuve que pararme pues estaba a punto de vomitar de puro asco ante lo que se me avecinaba Ana calló un momento, para escrutar, bien escrutado el rostro de su marido, pero su Juan se mantenía callado, casi impasible, pero, eso sí, pendiente por completo de ella, de sus palabras, mirándola atentamente, sin perderse ripio. – Como puedes imaginar eso no surgió ayer sino desde muy atrás, de cuando dejaste de “tocarme”, apartándome de ti al intentar abrazarte, besarte, acariciarte. Entonces comprendí que te perdía, y para siempre jamás, pero también supe que podría, puedo, prescindir de todo en esta vida menos de ti, mi amor, porque tú eres la razón de mi vivir; que contigo, junto a ti, vivo y soy feliz, nada me falta, y lo demás…todo, TODO lo demás, es en añadidura a la dicha que tú me das; digamos, un complemento a es dicha que contigo disfruto; pero sin ti, si tú me faltas, me falta todo, TODO, y lo que no eres tú, me sobra, no lo quiero…lo ODIO. Ni vivir siquiera podría, ...
    ... pues la vida, sin ti, carecería de sentido; no la deseo, se me haría insoportable. Sí, mi amor, sí: Prescindiría de ella, haría la misma gran locura que tú, al parecer, anoche estuviste a punto de hacer. Y así, poco a poco, casi sin notarlo, lo que fue placer incontrolable por salvajemente bestial, empezó a darme asco, un asco tremendo, hasta odiarlo, hasta hacérseme insufrible tortura. Sí, mi amor, cariño mío; seguí yendo a él, a Yago, cada anochecer, pero ya no corría al acercarme a casa, cuando casi, casi, empezaba a sentir el aroma de su cuerpo de macho, macho de bestia salvaje, sino que aminoraba el paso, queriendo retrasar el odiado encuentro. ¿Qué porqué seg…? Aquí, Ana enmudeció porque la mano de él, le tapó la boca, para, de inmediato, sellársela los masculinos labios con un beso que fue todo amor, todo cariño, mas, también, todo pasión; pasión de hombre enamorado hasta las trancas de aquella mujer que era la suya, su amada, su adorada esposa; pero es que, ella, respondió a ese beso, esa caricia de él, con el mismo amor, el mismo cariño y la misma candente pasión puesta por Juan, su Juan, en la unión de sus bocas. Al fin, ese tan especial momento pasó, desanudándose las bocas, los labios, plenas, plenos ambos, del néctar de la saliva del otro, divino elixir que a modo compartieron – Calla, mi amor, calla; no es necesario que sigas hablando, contándome lo que ya es innecesario. Tú me has dicho que, por mi boca, mis palabras, te hablaba mi amor por ti, y yo lo mismo te ...
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