EL OSO NEGRO
Fecha: 20/05/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: dulces.placeres, Fuente: SexoSinTabues
... a poco perdí mi vergüenza y fui escalando en el show llegando a ser uno de los más cotizados. Cambié la facultad por el gimnasio, aumenté de peso, trabajé mi cuerpo, llegaron los tatuajes y las depilaciones, nacía ‘El oso negro’, mi nombre en el club de strippers, mejoró mi paga y empecé a tener dinero extra con las mujeres que me pagaban por sexo, mujeres, putas mujeres, esposas mal cogidas, que en verdad me prostituían a mí, haciéndome objeto sexual por unos pesos… Cuando pasé los veinticinco mis ingresos eran un cincuenta por ciento por los show y otro cincuenta por la paga de las mujeres por unas horas de sexo. Me di cuenta que la segunda opción podía ser más redituable si la explotaba mejor, dejé de lado el tema de los shows para entrar de lleno en la prostitución masculina, una ‘puta reventada’ sería el término si hubiera sido mujer. Puse anuncios en los periódicos, puse a disposición mi correo electrónico en el que las mujeres me pedían fotos y hasta un perfil de face, cogí como nadie, podría decir que las mujeres son peores que los hombres, putas, más que putas, mujeres de todo tipo y edades, me acosté con ángeles, me acosté con demonios, les hice las cosas más locas que puedan imaginar, cosas que jamás harían con sus parejas, hice cornudos a incontables hombres, y en muchos casos, sin ellos saberlo, era su propio dinero el que recibía para coger a sus mujeres. Me tocaron mujeres detestables, sucias, agrias, las que me supusieron un verdadero sacrificio y apretar el ...
... estómago, me tocaron mujeres perfectas a las que yo con gusto les hubiera pagado para llevarlas a la cama y aun no entra en mi cabeza como ellas eran las que ponían sus monedas sobre mi… Como fuera, a los treinta años mi enorme verga era mi única fuente de ingreso y así entre tantas me contactó ‘zorrita caliente’, fue directo al grano, sin rodeos, quería un buen macho que la satisficiera, me pidió unas fotos de mi sexo para comprobar que era cierto lo que vendía, le envíe un par junto a una lata de gaseosas, para que tuviera un punto de referencia, me escribió acerca de su esposo, que viajaba, que la dejaba mucho tiempo sola y que no le daba la atención que ella necesitaba, una historia más común de lo que muchos creen. Acordamos la tarifa y un horario especial en el cual su marido no sea inconveniente y un lugar de encuentro. Esa noche fui puntual a la cita, era un edificio, el octavo piso, un entorno lujoso, toque timbre y esperé en la puerta, por primera vez sentí su voz en el portero y luego la chicharra para permitirme el acceso, subí por el ascensor con sigilo para llegar al departamento ochocientos siete. Golpee suavemente y casi de inmediato abrió la puerta, y ahí llegaría mi sorpresa al vernos por primera vez cara a cara. Era su rostro, esa piel blanca como la leche y esos enormes ojos azules, Grace no había cambiado mucho su rostro de la niñez, como olvidarla si había sido todo para mí, pero ella evidentemente no me había reconocido, si siempre me había despreciado y ...