1. La historia de Claudia (18)


    Fecha: 24/05/2018, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    —En realidad, cuando te conocí a vos, Claudia, y después a vos, cachorra, empecé a sentir envidia de Blanca. Acompañándola en sus prácticas empecé a sentirme yo también una dominante, cada vez más una dominante y entonces, poco a poco, le fui dando forma a la idea de robárselas. Ya no me alcanzaba que ella me dejara compartirlas. Ustedes seguían siendo propiedad de ella y yo las quería mías como lo son ahora.
    
    Mientras la escuchaba, al principio atónita, la expresión en el rostro de Laura iba cambiando del asombro a la inquietud y al miedo alternativamente. Había conocido cierto nivel de perversidad de Inés, pero se preguntaba adónde podría llegar ahora que ella y Claudia eran suyas.
    
    A Claudia, por el contrario, se la veía tranquila. Sicológicamente estaba mucho más degradada que la cachorra y sentía que el cambio de situación no la afectaba demasiado en su condición de sumisa.
    
    "Al fin de cuentas soy un animal. –se dijo. ¿qué puede importarme quién sea mi dueña?"
    
    —Tengo todo perfectamente planeado para que Blanca no vuelva a saber de ustedes. –siguió la peluquera:
    
    —Vos, Claudia, vas a renunciar a tu trabajo en la radio, ya que ella podría ir a buscarte allí. Además, vas a dejar tu casa por la misma razón. A partir de ahora yo te proveo de la cucha y el alimento, porque además tengo planes y te necesito todo el tiempo a mi disposición.
    
    La sumisa no se alteró mientras como en una película pasaba por su mente su vida anterior: su infancia y adolescencia con ...
    ... los azotes de su madre, la irrupción de Blanca, algunos novios, la carrera universitaria interrumpida, su adicción al castigo que la había llevado a entregarse a la señora. Y ahora este presente en manos de Inés. La renuncia a su trabajo significaría abandonar el último espacio que la vinculaba con una existencia normal, y no le dolió, porque en poder de Blanca había aprendido que esa forma de existencia no era para ella.
    
    En medio de sus cavilaciones escuchó a Inés dirigirse a Laura:
    
    —Y vos, cachorra, renunciás a la veterinaria, pero seguís en la facultad.
    
    Al escuchar que debía dejar su trabajo la sumisa abrió mucho los ojos y amagó con una protesta que Nelly acalló de inmediato con una fuerte palmada en la nuca y un grito:
    
    —¡Cerrá el hocico, perra insolente!
    
    —Gracias, Nelly, muy bien. –aprobó Inés con una sonrisa, y le advirtió a Laura endureciendo la expresión de su rostro:
    
    —La próxima vez que me interrumpas con un ladrido voy a hacer que te arrepientas de semejante insolencia. ¿He sido clara?
    
    —Sí... sí, señora Inés... –contestó la cachorra asustada y ahogando con dificultad un sollozo.
    
    —Pedime perdón. –le ordenó la peluquera con tono helado.
    
    —Pe... perdón... perdón, señora Inés.
    
    —Eso está mejor, cachorrita. Bueno, empecemos otra vez. Vas a dejar tu trabajo pero seguirás yendo a la facultad. Tus estudios no me interesan, pero creo que ese lugar es un excelente coto de caza por las muchas compañeritas que debés tener allí. Además le contaste a ...
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