1. La otra Marta, placer y dolor (IV)


    Fecha: 22/09/2021, Categorías: Lesbianas Autor: bimont, Fuente: CuentoRelatos

    Me mira, sonríe, pasa la boca sobre la mía al tiempo que con la palma de la mano me da un azote en el trasero, susurra:
    
    - Tienes prisa,
    
    - No, mi tiempo es tuyo.
    
    - Eres una perrita muy juguetona.
    
    - Si, juguetona y muy caliente.
    
    Tras darnos una ducha rápida que nos dejó como nuevas, nos vestimos solo con unas camisetas anchas y un pantaloncito, sin ropa interior. Saciadas de sexo, en aquel momento sentíamos otra necesidad, hambre de comida. Como la tarde ya estaba avanzada, propuso que nos trajeran algo, acepté su sugerencia de comida italiana.
    
    Cuando llamaron al interfono, abrí yo la puerta y frente a mí una mujer, rápidamente deduje que se conocían por los saludos efusivos que se prodigaron. Marta la cogió por la cintura, más con un gesto de posesión que de cariño, mientras le estampaba dos besos cerca de la comisura de los labios.
    
    Se llamaba Flora, nos había traído, ñoquis, fettuccines y pizzas, además un par de botellas de vino chianti. Mi primer contacto visual de ella fue que le calcule alrededor de 50 años, de mediana estatura, lo primero que destacaba era su delantera, con una chaqueta de punto ajustada que remarcaban el volumen, pelo rubio claro recogido con una cola, algo maquillada sin exceso, labios carnosos, su falda larga plisada se ajustaba a unas buenas caderas y se le adivinaba un culo generoso, con zapatos de medio tacón, parlanchina y con la sonrisa en los labios.
    
    Aceptó de buen grado la invitación de Marta y nos acompañó en la comida, ...
    ... dijo que tampoco había probado bocado desde su desayuno, entre anécdotas y comentarios, comimos y bebimos. Ya terminada la comida, sentadas en los sofás, Marta acercó su nariz al cuello de Flora alabando su perfume para seguidamente reposar la cabeza en el pecho de Flora, bromeando sobre su tamaño, para terminar comparándola a una vaca lechera, ella no se ofendió, reía, dijo sentirse orgullosa por su tamaño y que no todo el mundo podía disfrutarlas.
    
    Ante mi sorpresa se levantó y se desprendió de la chaqueta, enseñándonos el sujetador rosado de satén que llevaba, forcejeó un momento, bajó las copas del sujetador hasta que consiguió hacerlas salir por encima de la tela, pechos blancos con oscura aureola y pezones grandes, tras balancearlos a ambos lados y elevarlos varias veces, se movieron delante de nuestros ojos, se los acariciaba, oprimiéndose los pezones, llevándolos hasta su boca y succionarse ella misma el pezón.
    
    Sonrió complacida cuando Marta se las sobó y gimió cuando le tiró de los pezones. La situación me resultaba incomoda, callada observando todo lo que sucedía, la verdad es que en este punto, mis piernas temblaban. Me entró el pánico, cuando dirigiéndose a mí, riéndose colocó uno de sus pechos sobre mi cara. No sentía vergüenza pero sí un estado de confusa excitación. Me tomó la cara con las manos. No dejó que dijera ni una sílaba, ya que inclinó la cabeza hasta poder atrapar mis labios y meterme la lengua, de tal modo que respondía a su beso o me asfixiaba ...
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