1. La otra Marta, placer y dolor (IV)


    Fecha: 22/09/2021, Categorías: Lesbianas Autor: bimont, Fuente: CuentoRelatos

    ... ella cogiéndome con suavidad la cabeza. Me facilito el acceso a su coño flexionando un poco más sus piernas y entonces empecé a lamer. El aroma que emanaba aquel coño era intoxicante, por decir lo menos, pero dejándome llevar por la lujuria y el desenfreno mi lengua se deslizó entre la masa de vello púbico tratando de abrirse paso, de labios grandes de rojo intenso, quizás por los fustazos recibidos, hasta que encontré un clítoris muy erecto, parecido a un pequeño pene, lo mordisqueé y chupé como si fuera lo último que jamás me pondría en la boca.
    
    Ella se balanceaba con unas embestidas furiosas, refregándose contra mi cara haciendo que el ruido de su coño empapado resonara en toda la sala. Empecé a chupárselo hasta que mi cara se mojó con el jugo que segregaba. Ella ronronea como una gata, soltó un alarido cuando Marta tiró de golpe de las pinzas que le sujetaban los pezones. Fue delirante como no cerré la boca para recibir un violento orgasmo con chorros sucesivos que entraron en mi boca y me bañaron la cara. La humedad me delataba, un sentimiento de placer, seguido de un tremendo orgasmo que sin poder remediarlo había irrumpido de golpe. Me dejé caer sentándome en el suelo, estaba como mareada. Me ayudó para levantarme, pasó la mano por mi cara y se la besé, abrí la boca y acepté su lengua, recogiendo parte de los flujos que aún mojaban mis labios. Me dio un beso salvaje, incluso hasta hacerme daño. Hizo que me sentara en aquella especie de camilla, mi estado era de ...
    ... confusa excitación.
    
    - No ha sido difícil, ¿verdad? , eres capaz de eso y mucho más -Mientras sujetándome de los hombros tiraba para que me tumbase en la mullida plataforma, puse objeciones, palabras de que me relajase, que estuviese tranquila. Finalmente me tumbe completamente.
    
    Flora ya libre de las ataduras, se dirigió a mi clavando su mirada en la mía con sonrisa malévola, en sus manos aprecié un rollo de fina cuerda. Sonrió perversa cuando empezó a desenrollar la cuerda, sujetándome las manos por encima de la cabeza. A partir de aquí, los brazos, una vuelta alrededor del cuello, sin apretar, sólo lo suficiente para hacerme más difícil mis movimientos. Me rodeó por el vientre, la cintura y subió hasta los pechos. La cuerda los rodeó fuertemente, marcándolos, hasta el punto de estallar bajo la tela de la camiseta. Al principio me quejé porque dolía, al poco el dolor se convirtió en presión, la presión en calor. Los últimos atados me dejaron en una posición difícil, la cuerda me rodeó los muslos, tirando de ellos hacia la cabeza. Quedé con las rodillas dobladas, las piernas abiertas, indefensa, impúdica. Nos miramos a los ojos, ellas, yo atada, totalmente ofrecida a sus deseos.
    
    - ¿Te gusta mirar? pues mírate bien -Colocaron frente a mí un espejo en la que me veía reflejada.
    
    - ¡Soltadme! -Grité enojada.
    
    Una brusca maniobra el pantaloncito queda partido en dos, dos jirones arremolinados en los tobillos. Flora se relamía. Tenía ante sus ojos un monte de Venus ...