Esclavo de mis vecinas: Pilar y Mónica
Fecha: 22/09/2021,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Eduardo Marín, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Ángel. Tengo 47 años y mi historia es esta:
Hace cuatro años que compré el piso donde vivo ahora, y enseguida me relacioné bien, con mis vecinos de al lado. Juan y Pilar. Tenían una hija de 18 años que se llama Mónica, enseguida noté buen ambiente y muchos sábados y domingos, me pasaba a su casa a ver el fútbol.
Pero al año, aproximadamente, conocí a Natacha, una mujer extraordinaria, que vive en el centro de Madrid, y después de estar un tiempo conociéndonos, decidí irme a vivir con ella... Por lo que pudiera pasar, el piso ni lo vendí, ni lo alquilé... Muy de tarde en tarde iba, para darle una vuelta y adecentarlo un poco, y volvía con Natacha, donde ejercía una relación con ella de Ama-Esclavo, pero muy light, muy suave... Natacha no era apenas dominante, si le gustaba que yo barriera, que fregase su piso, que le hiciera la comida, la cena, que se la sirviera... Pero a la hora de mandar y dar órdenes, le costaba mucho...
Yo estuve 14 meses con ella, queriendo ser su esclavo, pero no pudo ser. Nos unían algunas cosas, como sus pies, pues le gustaba mucho que le diera masajes en los pies, y a mí me apasionaba podérselos besar, podérselos lamer... Natacha tiene unos pies encantadores y era una gozada podérselos atender.
Pero más allá de poder estar a sus pies, y de realizar las labores domésticas, no teníamos una relación pasional, todo empezaba a ser monótono y frío.
A los 14 meses, rompimos nuestra relación Natacha y yo, quedamos como amigos, ...
... pero yo volví a mi casa de Móstoles (Madrid).
Una vez en mi casa, empecé a hacer una vida normal, y una noche que fui a tirar la basura, me encuentro con mi vecina Pilar, nos saludamos, empezamos a hablar... Le pregunto por Juan y me dice, que hacía 5 meses que se separaron. Yo me quedé helado, pues parecían un matrimonio ejemplar... Pero Pilar me contó, que hacía tiempo que Juan estaba enrollado con otra mujer... Y al final se fue con la otra.
Yo le conté también lo que me pasó con Natacha, y Pilar me dijo: “Joder que tía más rara. Yo tengo un hombre así, que me friega, me cocina, me da masajes en los pies... Y vamos, ése no se me va, hasta el último suspiro”. El caso es que a partir de ese día Pilar y yo, empezamos a vernos. Mónica su hija, ya había cumplido los 19 años, estaba muy bonita, aunque yo la veía siempre como muy seria, poco simpática.
Un día se lo comenté a Pilar y me dijo, que su hija era así, que siempre fue muy antipática y muy seca, con la gente. Me dijo que estaba preocupada con ella, pues no tenía amigas como otras chicas... Que tan solo salía con una tal Raquel, porque la manejaba a su antojo, pero que no la veía como otras chicas con su grupo de amigas... En fin, no sé, no sé cómo acabará esto, me decía Pilar amargamente.
Sabiendo Pilar que yo era sumiso y que me gustaban los pies de las mujeres... No tardó mucho en llevarme a su terreno, y mandarme hacer pequeños recados... Un día tirarle la basura, otro día irle a comprar al mercado, otro día ...