A medio camino
Fecha: 02/10/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
A mitad de camino han abierto un hotelito, una cosa pequeña, moderna, funcional, una vieja fonda de camioneros reconvertida, he parado a veces, se come bien, me dijiste, e inmediatamente yo pensé en otro tipo de comidas. Ahora estamos aquí, en esta habitación de aquel hotel, seguramente las imágenes de la web no se corresponden con la realidad, pero su cama amplia, sus sábanas blancas y su moderno aseo son más que suficientes para este encuentro ni en tu casa ni en la mía. De hecho el horario de la cena se está agotando y ni tú ni yo tenemos ganas de bajar; para eso tendríamos que vestirnos, que dejar de tocarnos, de acariciarnos, de estar siempre alerta.
Yo me levanto de la cama en el momento en que tú sales del baño con una toalla enrollada tapando tu cuerpo y corró el cortinón que cierra la ventana. No hay peligro de que nos vean, nos han dado una habitación trasera, con vistas al monte, pero a estas horas de la tarde la luz del sol ya no ilumina y el paisaje se ve negro como la noche. Se supone que es mi turno para ducharme, pero cuando tú dejas caer la toalla displicentemente sobre la cama, no tengo ninguna gana de dejarte sola. Me acerco a tu espalda y beso tu hombro, tú ladeas un poco la cara y sonríes, es nuestra manera de decir que lo estamos pasando bien. Mi nariz se pasea por tu nuca, se humedece con algunos de tus cabellos, esos que ha sido imposible no mojar cuando has pasado la alcachofa de la ducha por tu espalda. Estás limpia, fresca, pero mi nariz sabia ...
... todavía reconoce el olor a sudor y hormonas que nos envolvía minutos atrás. Mis manos se posan en tus caderas, te atraigo hacia mí, quiero que sientas mi desnudez contra tu piel. Aparto tus cabellos y beso tu cuello, siguiendo una línea imaginaria que termina detrás de tus orejas; tú gimes y estiras la mano hasta sentir mi cuerpo.
Estás relajada y te sorprende el momento en que mis manos decididas elevan tu cuerpo hasta subirlo encima de la cama revuelta. Ríes. Yo me siento en el borde del colchón y sigo manejando tu cuerpo desnudo. Cuando poso delicádamente mis labios sobre la piel de tus muslos no sé si tú imaginas que segundos después mi cara correrá frenética arriba y abajo, de la redondez matemática de tu trasero al calor de tu vientre hasta apoderarse de tu cintura. Después, cuando te giro con cuidado y sitúo frente a mi cara tu pubis imberbe, ya sí, ya sabes que voy a querer devorarte de nuevo, y anticipas el momento colocando la palma de tu mano sobre mi frente, como si quisiera medir los tiempos, aunque inmediatamente, cuando mi lengua comienza a aletear sobre tus labios, acabas moviendo los dedos y enredándolos entre mi pelo.
Sin poder evitarlo tu cuerpo se va venciendo, cayendo de espaldas. Yo retengo tus movimientos con mis manos abrazando tu culo sin dejar un momento de jugar con mi boca sobre tu sexo. Al final, irremediablemente, te tiendes sobre la cama. Las manos acariciando tus pechos, el vientre nuevamente agitado, las piernas flexionadas, ligéramente ...