A medio camino
Fecha: 02/10/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... los pelos rubios de tu cara y poder mirarnos, besarnos o mordernos, lo que exija el momento, con facilidad. Luego mis manos se vuelven a poner en marcha, a recorrer tu espalda y terminar abrazando esa zona de incasto nombre pero carnosa textura. Empujo tu cuerpo, lo acompaso a mis movimientos. Trotamos juntos unos minutos, luego me dejo caer de espaldas y tú montas sobre mí. Arrancas y paras, galopas y te detienes en seco a dibujar órbitas con tu cintura, siempre insertada en mi polla. Cuando juzgo que tus pausas son demasiado largas me muevo, martilleo tu coño unas cuantas veces, y entonces tú te vences, hasta apoyar las manos en mi pecho y jadear cansada. Tú decides cuándo y en un momento dado te dejas ir de nuevo. Los párpados se te caen, la boca se te abre para no pronunciar palabra, el vientre se te agita y yo impulso con fuerza tus caderas en el sentido contrario a mis golpes de riñón. Te corres y es como un vahído.
-¿Puedo...?- pregunto cuando vuelvo a estar encima tuyo. Tras la descarga de flujos fuiste tú la que caíste sobre mí. Rodamos por la cama hasta hacer caer al suelo las almohadas y ahora soy yo el que te monta. ...
... Tengo la polla dura y en mi mano. Tu coño todavía boquea como un pez sacado del agua y tu ano se ve, contraído y rosáceo, tan irrechazable que quiero probarlo. Así, sin terminar la frase, te cuesta entender lo que quiero decir. Sólo eres consciente cuando aprieto los dientes y mi capullo contra el esfinter. Tengo un dilatador en mi bolsa, me dices, y no niego que miro por la habitación buscándola. Pero no puedo esperar ni quiero causarte dolor, lo dejaremos para otra vez, lo dejaremos así, a mitad de camino, como este hotelito. Apunto de nuevo al coño y ahí sí me acoges gustosa.
Te follo un poco más, siempre un poco más. Un minuto, y otro, entre gestos de cadera y golpes de riñón, como un ciclista que no quisiera quedarse descolgado, trato de aguantar, hasta que siento que no puedo más. Entonces doy cuatro o cinco empujones más, para dejarte el mejor recuerdo posible, antes de salir impetuoso. Me acomodo entre tus piernas, mi mano comienza a sacudir frenéticamente la polla, la dirijo a tu vientre plano, y allí, quizás también a medio camino, me corro echo un ovillo, con la cara refrescándose en tus pechos y tu mano acariciando mi nuca.