A medio camino
Fecha: 02/10/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... abiertas y mi cara entre ellas. Trepo por tu cuerpo sin separar mi lengua de tu piel, dejando en tu ombligo, entre tus senos, un rastro de la humedad que vuelve a mojar tu coñito, hasta llegar a tus labios. Me besas e inmediatamente musitas un sigue que me invita a descender de nuevo, trazando curvas entre los lunares que adornan tu piel. Elevo tus piernas hasta pasarlas sobre mis hombros mientras con mis manos mantengo elevadas tus caderas, dejando tu monte de Venus siempre accesible para mi boca. Me gustaría pensar que son mis dedos comenzando a rondar tu sexo y no esta postura en diagonal los que hacen que la sangre se te concentre en la cabeza hasta colorear tu rostro.
Observo tu cuello moverse cuando el primer dedo entra en tu cuerpo. Despacio, con cuidado pero decisión. Lo saco girándolo levemente. Te muerdes el labio inferior y esperas que vuelva a hundirlo en tu coño para dejar caer pesadamente la cabeza contra la almohada. Te follo suavemente con mi dedo índice, sin prisas, dejando que el calor y la humedad te ganen progresivamente. Después, cuando incorporo un segundo dedo y me reclino sobre tu cuerpo hasta que mis labios se apoderan de tus pechos, le doy algo más de brío al movimiento de mi brazo. Mis dedos se curvan, se mueven, buscando en cada viaje por tu vagina encontrar ese resorte que, apenas un rato atrás, cuando follábamos, te ha hecho sentir tanto.
- Me corro- anunciaste, e inmediatamente tus dedos se desplazaron hasta tu pipa para, frotándola, ...
... acelerar el momento. Yo no dejo de penetrarte con mis dedos centrales ni siquiera cuando trepo por tu cuerpo y llevo mi boca a jugar en tus pechos. Ahí, cerquita de tu boca asisto al momento en el que la respiración y las ganas se te van descontrolando, los gemidos tornan en jadeos, y al final, cuando la descarga del orgasmo se ha apoderado de todo tu cuerpo, tu mano cae pesadamente sobre la cama con la tranquilidad de haber cumplido con su trabajo.
Te dejo reposar unos segundos, luego, mientras nos besamos, mi mano va dejando sobre tu piel rastro de los flujos con los que me has bañado. Me encaramo sobre tu cuerpo, reposando mi frente sobre la tuya, mirándonos a los ojos, leyéndonos el deseo que enseguida se transforma en juegos de nuestras lenguas traviesas. Guío mi polla ya crecida. Quizás esperas que te la meta, pero no, me limito a delizártela sobre los labios, terminando en un choque entre mi glande y tu clítoris. Sonríes pidiendo más, yo vuelvo a repetir el gesto unas cuantas veces. Tu cuerpo se revuelve bajo el mío, acomodándose, y yo golpeo mi polla dura contra el capuchón que encierra tu pipa. Varias veces, hasta que los dos sentimos la necesidad de algo más.
Entro en ti despacio. Nuestros sexos se reconocen nuevos viejos amigos en este reencuentro. Poco a poco vamos cogiendo velocidad, cada vez me adentro más en tu cuerpo, hasta despegar. Mis manos te yerguen, levantan tu espalda hasta terminar sentados y enroscados. Me detengo un instante, lo justo para apartar ...