1. ¿Quieres natillas o leche?


    Fecha: 07/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... profundidad de aquellas dos domingas.
    
    María escupe una y otra vez sobre la verga para lubricarla y que resbale mejor, y a Dani empieza a desencajársele la cara del gusto que le da la “turca” que le está aplicando. La lengua golpetea el glande y el miembro desaparece entre los zepelines que no cejan el masaje.
    
    Dani está en el punto deseado, de tal modo que María se levanta como si nada, dejándolo sentado con una erección, incluso dolorosa, y lo contempla satisfecha. A continuación se pone a cuatro patas ofreciéndole el enorme trasero que está reclamando a gritos que la folle. Dani se levanta y no se hace de rogar, y de un golpe de caderas le hunde por completo la polla en la babosa raja.
    
    María empieza gozar de las embestidas que le da el joven garañón y culea pidiendo polla a gritos. Un vecino se queja del escándalo, y hay un momento de impasse en el que ambos se miran y se ríen por lo bajo, momento que aprovechan para cambiar la posición. Ella se tumba abriéndose de piernas para que se la folle estando él arriba, mientras abre sus piernas todo lo que dan de sí. Los embates se hacen cada vez más rápidos y fuertes y el sudor comienza a barnizar el cuerpo del adonis, y a María le faltan manos para acariciar todos los resquicios. Sus manos aprietan su pecho, cogen sus hombros, descienden por los brazos y se instalan en sus nalgas, unas nalgas sin un solo pelo y bien duras a las ...
    ... que se agarra con firmeza acompañando en cada embate, queriendo sentir toda su potencia y toda su polla golpeando hasta el tuétano. El joven apolíneo la folla como si le fuera la vida en ello y la madura grita como si estuviesen matando a un cerdo.
    
    El vecino, enfadado y más que harto, vuelve a quejarse con un grito, pero María está demasiado cerca del orgasmo y no puede parar de bramar, e inmediatamente los alaridos, bramidos y jadeos se multiplican en cantidad y en volumen cuando ambos se corren al unísono como dos animales.
    
    María está llorando de placer y no sabe por qué. Nunca, ni en sus mejores tiempos la han follado con tal intensidad y vehemencia. El muchacho está asustado porque no entiende que esté llorando, de todos modos, ella tampoco lo entiende, sólo sabe que la felicidad embarga su ser. Le importa bien poco que su marido no pueda pasar por las puertas. Ella quiere seguir gozando de su cuerpo y del joven mancebo que está siempre a su disposición.
    
    Mientras camina hacia casa se siente colmada de alegría, henchida de gozo y completamente saciada. Cuando entra en casa su marido le reclama sus natillas y ella cae en la cuenta de que cuando se las pidió, el semen del adonis se estaba estrellando en su cara.
    
    —¿No está en el bolso? —se excusa ella.
    
    —¡No! ¡Mira que te lo he dicho! —le recrimina.
    
    —Cariño, lo siento. Debo habérmelas dejado. Sólo he cogido la leche. 
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