1. Me dejé follar por los amigos de mi novio.


    Fecha: 12/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... estaba levantado hasta la cintura. Juan, el otro amigo de mi novio, me estaba magreando a placer los muslos.
    
    —Quítate el vestido. Quiero ver como te tocan —, me ordenó Enrique, de forma seca y tajante. Mientras permanecía expectante, casi como hipnotizado, mirando desde el sillón de enfrente, como yo les permitía a sus dos amigos, que me manosearan a su antojo.
    
    No pude negarme, sumisamente me puse de pies, y me saqué el vestido dejándolo caer hasta el suelo. Mostrándome ante los tres hombres, en ropa interior, medias y zapatos de tacón.
    
    —Así vestida, sí que pareces una verdadera zorra —, dijo Juan, el más tímido de los dos, que hasta ese momento había permanecido casi em silencio.
    
    El improperio, lejos de molestarme me excitó aún más de lo que ya estaba. Decidí en ese justo momento, cambiar de posición, y también de hombre por un rato. Sentándome esta vez sobre las piernas de Juan, justo un segundo antes de que nuestras bocas se encontrasen.
    
    —Ya os dije que Olivia es una cachonda —, escuché decir a mi novio.
    
    No me atreví a responder a la provocación de mi pareja. Pero como despertando de un extraño sueño, me levanté y me dirigí hasta donde él estaba. Entonces le cogí de la mano, intentando llevármelo de allí.
    
    —Vamos cariño —, casi le rogué. —Vámonos tú y yo a la habitación. Creo que ya te has divertido bastante por hoy, viendo como me besaba con tus amigos —, añadí con cierto tono de reproche.
    
    El tiró de mi cuerpo hacía él, sentándome ahora en su ...
    ... regazo. «Es su turno. En tan solo cinco minutos me he sentado sobre los tres hombres», no pude evitar pensar.
    
    Enrique comenzó a besarme, tal como poco antes habían hecho sus dos amigos.
    
    —Me vuelves loco —, murmuró acercando sus labios, casi rozando el lóbulo de mi oreja.
    
    —Vámonos al dormitorio —, volví a repetir.
    
    —Cómeme antes la poya —, me indicó.
    
    Me levanté de su regazo y me pues de rodillas frente a él, entonces abrí su bragueta y le saqué la verga. La tenía totalmente erecta.
    
    Comencé a masturbarlo durante unos segundos, luego me la introduje dentro de la boca. Enrique cerró un segundo los ojos, apoyando la espalda contra el respaldo del sillón.
    
    Adoraba su poya; gorda, dura y con las venas a punto de reventar. Tan concentrada estaba en mi labor de hacerle una buena mamada a mi chico, que ni siquiera me enteré de que, en ese momento, Juan y Manu, se había levantado. Ambos permanecían de pies, justo detrás de mí, disfrutando del espectáculo.
    
    Entonces Enrique me agarró de la cabeza y me obligó a tragármela hasta el fondo. Pensé que me ahogaba. Cuando por fin me soltó, no pude contener una fuerte arcada. Por la comisura de mis labios resbalaba mi saliva. Comencé a toser. Necesitaba coger aire.
    
    —Sin arcada no hay mamada —, dijo mi novio a sus amigos riéndose.
    
    —Tenías razón. Olivia es una buena come poyas —, dijo Manu, en tono soez y humillante hacia mí.
    
    Yo seguí mamando la verga de Enrique, sin atreverme ni tan siquiera en ese momento a levantar la ...
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