1. Se rentan cuartos para estudiantes


    Fecha: 15/10/2021, Categorías: Confesiones Autor: EmmaReyRey, Fuente: CuentoRelatos

    Mariana es mi nombre, las vergas jóvenes mi debilidad.
    
    Yo creo que uno llega a este mundo con un retazo del destino tatuado en la sangre, y nuestras decisiones terminan de forjarlo o contradecirlo. En mi caso, en cuanto descubrí mi debilidad por los muchachos me abracé a ella y me dejé arrastrar por mis deseos sin un ápice de remordimiento. Mientras todo sea consentido nada de malo habrá en ello, ¿cierto?
    
    A los veinticinco mi viejo se fue para los estados siguiendo a una gringa que cayó en sus tentáculos y le consiguió los papeles, traspasó a mi nombre sus propiedades para que las administrara mientras él se daba la gran vida con la Lolys en Manhattan, las propiedades consistían en una combi de los sesenta completamente restaurada, la misma que él usó en años mozos para hacer sus travesuras, incluyéndome, y la pensión. La pensión era la casona del bisabuelo Marcus, el "aventurero" le decían al gallego, Marcus el "ganadero", el padre de mi padre, la convirtió en una pensión y acondicionó las habitaciones para que sirvieran de pequeños apartamentos con sus cocinetas, baños y salitas, y rentarlas a los estudiantes ya que la facultad quedaba a no más de cuarenta minutos. Mi viejo la manejó y la mantuvo en perfectas condiciones, pero yo ya veía las cosas distintas y quería darle otros aires al lugar, remodelarlo, quizá sacar un préstamo y comprar la propiedad contigua para anexarla.
    
    Nada más entrar en la casona lo recibía a uno la sala común, un vestíbulo con divanes y ...
    ... mesas de estudio para los muchachos, aunque a veces se convertía en la zona de festejos cuando acababan los parciales. Tras la sala común estaba el primer patio interno, un bonito espacio verde de unos cincuenta metros cuadrados con una fuente al centro y varias banquitas blancas rodeándola, la luz entraba por las claraboyas en el techo que permitían ver el cielo, allí se dividía en dos los pasillos, rodeándolo y estos pasillos llevaban a los ocho "mini apartamentos", cuatro a cada extremo, dos arriba y dos en la planta baja tenía ocho habitaciones. Al final del primer patio y de los dos pasillos que convergían al final estada el segundo patio, pero éste ya era parte del exterior y había que exponerse al sereno para atravesarlo y llegar a mi anexo, donde yo vivía en una casita de dos plantas.
    
    Cuatro de los mini apartamentos estaban ocupados, dos muchachos se habían graduado -¡enhorabuena!- y dos más habían desertado -no es de sorprenderse-, dos estaban vacíos y listos para ser habitados. Mi padre me enseñó a dar mantenimiento a los apartamentos cada vez que cambiaran de inquilino, lo que suponía un gasto en pintura, plomería y cerrajería pero bien lo valía a largo plazo. Recibí la llamada el quince de agosto a las tres de la tarde, una madre buscaba un apartamento para su hijo recién graduado de preparatoria y alguien le había dado mi número, acordamos una visita y le mostraría los apartamentos disponibles para fijar precios finales.
    
    La señora, Teresa, era una mujer ...
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