Todos se cogen a mi mujer
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... debía estar en la casa de alguna amiga, que la deje en paz por unas horas. Yo accedí, y me subí al auto.
Llamé a tres de sus mejores amigas. Les mentí, diciéndole que quería comunicarme con mi mujer, porque parecía que se había quedado sin batería en el celular. ¿Está con algunas de ustedes? Todas negaron, y me parecieron sinceras.
Volví a mi casa, derrotado. ¿Qué carajos había pasado? Mi matrimonio acababa de romperse en mil pedazos, y yo estaba con la terrible incertidumbre de no saber cómo seguiría mi vida. Necesitaba respuestas. Necesitaba la verdad.
Entonces recordé el mensaje de “L”, uno de sus dos amantes (vaya a saber cuál era el número real) “¿Cómo estás hermosa? Te quería decir que ya leí el relato que escribiste sobre nosotros. Me encantó cómo detallaste cada momento que pasamos. Además, leí varios de tus otros cuentos…” decía el comienzo del maldito mensaje. Entre tantos golpes de realidad, esa alusión a los relatos me había quedado clavado en la cabeza.
Recordé que en nuestros primeros meses de noviazgo Valeria me había confesado que escribió varios relatos eróticos, y los había publicado en internet. Tenía muchas fantasías con uno de sus profesores de secundaria, y se había desahogado escribiendo al respecto. Yo leí esos cuentos dedicados a su profesor, y unos cuantos más. Nos reímos del asunto, y ella me aseguró de que eran sólo fantasías. Pasaron más de cinco años de aquello. Cada tanto lo comentábamos y nos volvíamos a reír del asunto. Pero de a ...
... poco me fui olvidando del tema. Tanto así, que recién cuando vi el mensaje de “L” me volvieron a la mente aquellos relatos eróticos, un tanto inocentones.
Por lo que entendía, Valeria había escrito sobre su encuentro con “L”. es decir, en la red, miles de personas leyeron detalle por detalle, cómo mi mujer me metía los cuernos. ¿Acaso esto podría ser más humillante? Preferí no responder a esa pregunta, porque temía a la respuesta.
Decidí buscar ese relato. Ahí estaba la verdad. Pero había un problema. No recordaba en qué páginas publicaba los relatos, y mucho menos su alias. Lo que hice fue empezar de cero. Coloqué “relatos eróticos” en el buscador. Aparecieron un montón de páginas diferentes, muchas más de la que esperaba. Abrí las primeras diez páginas en una pestaña cada una. Hice un rápido recorrido por las portadas de cada página. Luego me aseguré de ir a la solapa de últimos relatos, y ahí comencé a buscar con paciencia. Si bien no recordaba el alias de Valeria, si lo leía, seguramente lo recordaría. Ahora bien, si cambió de seudónimo debería pensar en un plan B.
Por asombroso que parezca, mi búsqueda detectivesca calmó un poco mis nervios, y apaciguó mi tristeza. Me sorprendió ver la cantidad de relatos de incesto que había. Y otros tantos de violaciones, y otro tipo de perversiones. Esa gente estaba enferma, y mi esposa estaba entre ellos.
Leí uno por uno los títulos y sus autores. Ninguno de ellos llamaba mi atención. Fui cerrando, decepcionado, pestaña ...