1. Mi profesor me convirtió en su esclava (I)


    Fecha: 27/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: karen69, Fuente: CuentoRelatos

    ... floreció en mí en ese momento, producto de toda la excitación que no logre contener. Además de su verga en un momento dado se metió el dedo que tenía en mi culo, el cual succione sin protestar.
    
    Con mucha fuerza, me tomo por la nuca, y me arrastro sobre su escritorio hasta pasarme al otro lado del mismo, tumbando los papeles y carpetas que tenía sobre la mesa al piso. Se sentó en su silla con sus piernas abiertas y con aquella enrome verga erguida, imponente.
    
    -¿Me lo quieres mamar perrita? –me preguntó.
    
    -Sí señor, lo deseo –le dije, sabiendo que esa era la respuesta que él deseaba oír, y odiándome aún más a mí misma porque era la respuesta que yo deseaba dar, muy en el fondo de mí.
    
    -Muy bien, pero para ganarte ese derecho, te tienes que desnudar por completo. –me dijo. Me puse de pie y me quite la camisa, que era blanca por cierto, el sostén que era verde oscuro a juego con el hilo, los zapatos, las medias, los pantalones, unos jeans azules claros que aún seguían a medio muslo junto con las bragas. No lo hice de buena gana. –Que bellas tetas tienes…y míralas, sonrojadas y picudas, delatan tu gusto… -me dijo, sabiendo que mis tetas estaban así por el nivel de excitación sexual. Y no se equivocaba. –hazme una cubana con ellas. –me ordeno.
    
    Me puse de rodillas delante de él y rodee la verga con mis tetas, apretándola firmemente con mis dos inmensas montañas de carne. Poco más de la punta de su verga sobresalía de ellas. –mírame a los ojos viciosa, mira el placer que ...
    ... siento mientras me lo das –me ordeno, y yo obedecí, comencé a masajear con mis tetas su verga y lo veía a los ojos, el bastardo estaba disfrutando bastante. Se reclino en su silla y puso sus manos detrás de su cabeza, relajándose al máximo. Poco tiempo paso para que la leche saliera disparada de su verga luego de un fuerte gemido de él y se estrellara en mi garganta, llenando todo mi pecho. No fue muy abundante, pero si estaba espesa la leche. No me dio la desdicha (¿o el gusto?) de mamárselo.
    
    -Mira cuanto desastre…tráeme tus pantaletas (nombre que se le da en mi país a las bragas o hilos) –me ordeno. Rápidamente y poniéndome a cuatro patas busque el hilo, lo tome y se lo di. Procedió a limpiarme toda la leche con dicha prenda, luego la guardó en la última gaveta del lado izquierdo de su escritorio. -Aún me debes unos cuantos castigos. Pero lo reduciré solo a uno, por ser una perrita obediente. Párate en aquel rincón, con las manos en la cabeza, ligeramente inclinada hacia adelante y viendo a la pared. -Me ordeno, señalándome uno de los rincones de la oficina. Obedecí, y me puse como él quería.
    
    Luego de un par de minutos, sentí un buen azote de la regla de nuevo en mi culo, que me cruzo ambas nalgas. –AAYYY!!! –lance un gritito. –no grites puta…cuéntalos, hasta 50. Ya sabes qué pasa si te equivocas…-me dijo. Me dio otro azote, y comencé a contar desde uno. Esta vez no me equivoque.
    
    Luego de dejarme las nalgas rojas y ardientes a punta de azotes, me ordeno vestirme e ...
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