1. El pacto


    Fecha: 30/10/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Elmandalorian, Fuente: CuentoRelatos

    Rebeca yacía acostada boca abajo sobre el sofá. Desnuda, meneaba levemente las caderas con impaciencia. Sus pechos se apoyaban suavemente sobre el cuero fino y la brisa tibia que recorría la habitación le acariciaba la espalda, erizándole la piel. Estaba sola. Sentía la ansiedad erótica de saberse lista, pero desconocer cuándo sucedería, la paradójica mezcla del miedo junto con el deseo. Cerró los ojos y pensó cómo sería esta vez. Si fuese creciendo en morbo como la última, entonces esta vez sería aún más intensa, más salvaje y dolorosa. Frunció las cejas con cierta angustia y recogió su pelo largo y castaño con las dos manos, haciéndolo a un lado. Se dispuso a relajarse y asumir la incertidumbre. Sus labios se secaron y los humedeció rápidamente con la lengua.
    
    Escuchó una vibración que la despertó del ensueño. En el móvil sobre la mesa de vidrio había un mensaje de Gabriel.
    
    –“Estoy subiendo."
    
    Se acomodó nuevamente. Recogió su pelo como antes y esta vez lo posó atrás, dibujando una línea recta sobre su columna. Pensó en el peligro, en si realmente estaba segura de todo esto, si esta idea insólita no había durado ya mucho y era tiempo de terminarla. Se miró las manos al notar que comenzaban a sudarle.
    
    De pronto, cuando el silencio empezaba a colmarle los nervios, unos pasos firmes retumbaron en el pasillo. Primero despacio en la lejanía, luego cercanos, tan próximos y fuertes que su irrupción era inminente. Rebeca irguió la cabeza involuntariamente y miró al vacío ...
    ... con los ojos abiertos de par en par. Inspiró por la boca y lanzó al aire un suspiro corto y aterrador. Su cuerpo desnudo la traicionaba. Sus pezones duros se incrustaban incómodamente sobre el sofá y sus glúteos se habían ido separando poco a poco sin que se diera cuenta. Ya estaba húmeda.
    
    Gabriel abrió la puerta. Dio un paso hacia adelante, se dio media vuelta y cerró la habitación. Se tomó un momento para mover el cuello de forma circular a modo de relajación. Se acercó a la mesa de vidrio donde estaba el móvil de Rebeca y colocó el suyo, ignorándola. Llevaba un traje azul de lino perfectamente confeccionado para su cuerpo y unos zapatos brillantes de charol. Se deshizo del saco y se dirigió al baño.
    
    Frente al espejo, abrió el grifo del agua, se arremangó la camisa y se miró fijamente. Tenía el rostro de un antiguo dios griego inmortalizado en la piedra. El mentón prominente rasurado con maestría sobre la tez blanca. La nariz grande y recta bajo unos ojos color avellana que enternecían su mirada punzante. Lavó sus manos y luego las secó meticulosamente.
    
    Volvió a la habitación donde se encontraba Rebeca, y esta vez sí la miró. Notó su cuerpo desnudo como lo había hecho en otras ocasiones pero esta vez, saboreó con los ojos las caderas anchas, las piernas elegantes y la piel morena, suave y desprotegida. Se acercó despacio. Rebeca no se atrevía a mirarlo, sentía la culpa de lo inmoral junto al impulso irrefrenable de permanecer.
    
    -Me destrozaste hoy en tribunales ...
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