1. El pacto


    Fecha: 30/10/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Elmandalorian, Fuente: CuentoRelatos

    ... putita ingrata de mierda y voy a hacer lo que quiera con ella.
    
    Apenas terminó de pronunciar estas palabras, incrementó con saña el castigo. No se contuvo. No tuvo la más mínima compasión. Rodeó con todos sus dedos la teta ya magullada y la estrujó con una fuerza desmedida. Atrapó de nuevo el pezón pero esta vez lo estiró hacia afuera, como intentando arrancárselo del cuerpo. Rebeca sintió de golpe la punzada terrible de la furia aplicada a sus partes más sensibles, y se dejó ir, completamente vencida. Gritó, tan fuerte que pareció haber contenido una explosión de dolor en su boca. Se arqueó de forma incómoda en un reflejo inútil de preservación, y comprendió por las malas que moverse sólo hacía más brutal el martirio. Al terminar su grito desgarrador, se quedó inmóvil y murmuró unas palabras débiles con el último aliento que le quedaba.
    
    –Por favor… –dijo con voz casi inaudible– por favor basta.
    
    Gabriel no se conmovió en absoluto. Mantuvo la tortura un largo rato después de la súplica. La miró sufrir, contorsionarse inútilmente en el estado de permanente dolor controlado en absoluto por él. Eso era muy entretenido, porque sabía que ella entendía perfectamente que por más fuerte que intentara liberar su cabello y su teta maltratada, no había escapatoria. Satisfecho con su dureza, Gabriel aplicó un último minuto de presión constante, entre los espasmos y gemidos de ella, y luego la soltó de un golpe sin suavidad. Una vez libre, Rebeca se llevó las dos manos al pecho ...
    ... lastimado y se arrojó de vuelta sobre el sofá, totalmente boca abajo como antes. Cerró los ojos con angustia, como si el alivio hubiese llegado demasiado tarde.
    
    Sin mostrar rastros de arrepentimiento, Gabriel se paró y se quedó unos instantes reflexionando con su solemnidad característica. Se dio cuenta del poder que tenía, del daño profundo que podía hacer con poco esfuerzo. Este pensamiento lo estimuló. Con unos pasos certeros se colocó justo detrás de Rebeca. Ella pareció no darse cuenta, absorta en el recuerdo fresco de las cosas que había sentido. Estaba completamente indefensa, con sus nalgas levemente abiertas por el sacudón anterior y su vagina a la vista, vulnerable a cualquier perversión. Gabriel se sacó el cinturón con paciencia, luego se desabrochó los botones de la bragueta. Llevó una mano adentro del pantalón y sacó su pene. Lo tenía ya casi en la totalidad de su erección, emanando un calor visceral que latía junto con sus venas infladas. Lo apuntó hacia Rebeca y creció un poco más. Lo tenía largo, grueso y duro, como un demonio de carne que huele el miedo y la debilidad. Se preparó para el ataque. No iba a tener piedad. No iba a dar aviso ni conceder tregua. Se lo metió de un saque con una violencia despiadada.
    
    Rebeca sintió de inmediato la embestida feroz. Abrió los ojos lo más que pudo y emitió un alarido corto, interrumpido por la necesidad imperiosa de respirar. Cerró las piernas por reflejo, como reaccionando primero al dolor lacerante mucho antes que ...
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