1. Marina, ultrajada por dos crotos


    Fecha: 27/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Marina estaba arrinconada en una esquina de la cocina de su casa. La rodeaban los dos hombres que había contratado para que le corten el pasto del patio del fondo. Olían a transpiración, tierra y pasto. Nunca imaginó que la dejadez de su marido la llevaría a esa situación. Hace rato le venía pidiendo que se encargue de cortar el pasto, pero el hombre siempre venia cansado del trabajo, y los fines de semana no movía un dedo para las tareas del hogar. Esa era una regla sagrada. Por eso, por la tarde. Cuando los dos hombres que la rodeaban tocaron el timbre, y con maquina en mano, ofrecieron sus servicios, ella los dejó pasar a pesar de no conocerlos ni tener referencias de ellos. Sabía que dejar ingresar a su propiedad a dos desconocidos podría ser peligroso, pero ¿que probabilidades había de que se trataran de un par de delincuentes. Por lo visto estuvieron trabajando toda la tarde en el barrio, por lo que supuso que no intentarían robarle justo a ella.
    
    Mientras uno de los hombres deslizaba la mamo a través de su pierna se arrepintió de su error. Se trataba de un morocho con la piel quemada de tanto trabajar bajo el sol, o como diría su marido: Un negrito tilingo. Era difícil deducir su edad pero no tendría más de treinta. Fue él quien al terminar el trabajo entró insolentemente al interior de la casa sin golpear la puerta siquiera, para pedir un vaso de agua. Le dio miedo su presencia pero quiso pensar que solo se trataba de un maleducado. Mientras ella fue a la ...
    ... heladera, la penetró con su fuerte mirada lasciva, lo que la incomodo muchísimo. Entonces, el segundo hombre apareció en el umbral de la puerta. Ambos eran unos zaparrastrosos a quienes nunca se daría vuelta a mirar, pero ellos, por lo visto, se sentían con el poder de poseerla cuando quisiesen.
    
    No hubo palabras de por medio. Los dos tipos simplemente se acercaron, lentamente, separándose entre sí, abarcando el mayor espacio posible, para evitar que huya. Parecían animales a punto de cazar a su presa. Mientras ella intentaba retroceder, se veía atrapada en un espacio cada vez más reducido.
    
    Mientras sentía la mano tosca y rasposa sobre su piel suave, se arrepintió también de usar un vestido. Así le sería difícil evitar que la despojen de sus prendas. La tela roja estampada con flores blancas se arrugaba hacia arriba mientras la mano impetuosa avanzaba con impunidad. El miedo la había paralizado de tal manera que en ningún momento pensó en gritar. Ahora, mientras los dedos callosos levantaban la falda buscando su sexo, piensa que sería inútil. Los vecinos de la casas linderas se encontraban unos de vacaciones y otros trabajando. La cocina en donde estaban se encontraba al fondo, bastante lejos de la vereda, por lo que sería difícil hacerse oír antes de que la silenciaran de manera violenta. Por lo que optó por simplemente, bajar la cabeza y mirar a un punto indefinido con gesto de asco, mientras el tipo, ahora sí, escarbaba la vulva a través de la tela blanca de la ...
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