1. Marina, ultrajada por dos crotos


    Fecha: 27/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... bombacha.
    
    Sintió frio entre las piernas teniendo la mano intrusa entre ellas. Las cerró por inercia, cosa que no sirvió más que para excitar aún más al tipo, que viendo resistencia, se puso más al palo de lo que ya estaba. Además, si bien su mano estaba apresada por las piernas, los dedos seguían escarbando con facilidad. De repente sintió que una fuerte mano le rodeaba el mentón y la obligaba a girar la cabeza. Era el segundo hombre. Casi se había olvidado de él. La obligó a mirarlo. Era aún más joven que su cómplice, bastante delgado. Los ojos verdes. Al igual que el otro, llevaba prendas desgastadas a las que apenas se podían diferenciar el color. Deslizó su mano por el cuello de Marina, apretándolo con fuerza. "Escuchame, ya sabes cómo va a terminar esto Te vas a portar bien". Susurró. Ella asintió con la cabeza. Entonces el segundo ultrajador recorrió su cuello y su rostro, sabía que a los hombres les gustaba su cara delicada de ojos grandes, casi tanto como sus bellas nalgas, pero se sorprendió de que su victimario se tomara el tiempo de tocarle con delicadeza la mejilla para ir luego a los labios y abrirlos, para humedecer el dedo, sin atravesar los dientes que ella mantenía cerrados, por ahora.
    
    Tenía una mano suave, y la usaba con mucho tacto, no como el otro que ya tironeaba la bombacha hacia abajo. Sintió el tirón del elástico en sus nalgas, y mientras iba quedando desnuda supo que ya no había salvación.
    
    El hombre delgado fue a por sus tetas, sin perder ...
    ... la delicadeza las masajeó por encima del vestido. El morocho se estaba arrodillando a su espalda, mientras el segundo, le corría despacio las hombreras del vestido, para luego sacárselo por arriba. Ahora, ya casi completamente desnuda, el morocho comenzó a darle chupones en las nalgas, mientras dirigía un áspero dedo entre sus piernas. Mientras tanto, el delgado le quitó el corpiño para lamerle el pezón. Ahí fue cuando su cuerpo comenzó a traicionarla, porque el tipo manejaba muy buen la lengua y los labios, y parecía adivinar en dónde tenía que tocar, y con que intensidad, y frecuencia, cuándo lamer y cuándo utilizar ambos labios para apretar. Entonces el pezón se endureció y las mamas se hincharon. El hombre largó un suspiro de placer cuando comprobó su éxito. De repente, su cuerpo se estremeció al sentir la embestida del dedo que hurgaba abajo. ¡Aay! Gritó, Aunque a esas alturas ya no estaba segura de si fue dolor lo único que sintió.
    
    Estuvo un buen rato atrapada entre esos dos cuerpos y la pared al lado de la heladera, siendo toqueteada y lamida en cada rincón de su cuerpo, cuando ellos, simultáneamente, sin perderla de vista, comenzaron a desnudarse.
    
    El morocho tenía un físico que no se podría vislumbrar con toda su ropa puesta. Si bien no era muy grande. Tenía los músculos bien marcados, las abdominales planas y los brazos fuertes. El otro no tenía más músculos que los de su pene, el cual era bastante largo y delgado como su dueño. Sin embargo algo le llamó la ...