La chica de mis sueños
Fecha: 05/11/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gab, Fuente: CuentoRelatos
... error del que quizá no se estaba dando cuenta todavía.
Pasó un año. En la celebración del cumpleaños del niño, noté que Dana estaba más callada de lo normal, algo más sombría. La verdad, llevaba un tiempo sin ser la misma. Seguía estando preciosa, pero tenía un aire más triste. Aneka me contó que Dana tenía el ánimo más decaído desde el parto. Soren viajaba a menudo entre semana por el país, y estaba ella sola para cuidar al niño. Se estaba planteando volver a trabajar a tiempo completo, aunque Soren no estaba del todo de acuerdo ya que él viajaba y consideraba que el niño debía estar con uno de los padres. En cuanto a mi relación con Aneka, seguía igual. No estábamos mal, pero tampoco bien. Nos queríamos, pero había algo que nos estaba separando.
Mi trabajo también se convirtió en mi distracción. Los martes me había acostumbrado a ir a comer a un bar que estaba relativamente cerca. Era el único día que me permitía el lujo de tomarme tiempo de más para comer. No era casualidad que el bar estuviese también relativamente cerca de la casa de Dana y Soren. La había visto una vez mientras comía, hacía un mes paseando con el cochecito del niño. No sé muy bien qué estaba haciendo. Estaba peleando conmigo mismo. Cada martes iba al bar, me sentaba, y esperaba mirando por la ventana ver otra vez a Dana. Y ese día llegó. El día estaba desapacible, y presagiaba lluvia. Estábamos en primavera, por lo que a pesar del día, la gente ya había dejado el abrigo en casa y vestía más ...
... ligero. Estando sentado en la mesa, comiendo, observé que el cielo se cubrió completamente, y oscureció. Se esperaba lluvia, pero esto parecía que iba a ser una tormenta grande. Empezó a llover, primero de forma normal, para pasar a llover de forma muy fuerte. El viento se intensificó, la fuerza de la tormenta era inesperada. Las calles se vaciaron. Estaba ensimismado en mis pensamientos, cuando vi una mujer con un cochecito de bebé corriendo lo más que podía, y con una mano sujetando un paraguas que pronto rompió el viento. Era Dana, la había pillado la tormenta en medio del paseo. Estaba diluviando como no había visto nunca en los años que llevaba allí. Pagué rápidamente y salí en su ayuda. Crucé la calle y llegué hasta ella, ya prácticamente empapado en un par de segundos. Ella, que llevaba ya un rato debajo de la lluvia, estaba como si hubiese saltado a una piscina. Me miró sorprendida de encontrarme ahí, y sin decir nada, cogí el cochecito y empecé a empujar corriendo hacia su casa, mientras ella me siguió detrás. Llegamos a su casa, abrió la puerta y subimos a su piso por unas escaleras. Iba con un vestido blanco hasta las rodillas, de tela algo gruesa, sin mangas, sin escote como habitualmente. Ella iba delante y yo detrás con el cochecito a cuestas. El niño estaba algo mojado, aunque se había salvado de lo peor al llevar la capota puesta. Ella sin embargo estaba tan empapada que, a pesar de no ser un vestido de tela fina, y gracias también a que era blanco, intuí desde ...