1. La merienda


    Fecha: 16/11/2021, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... inconscientemente. Sus mordiscos estirando mis pezones, mis pechos presionados, lo público de la situación… Estaba cerca de correrme, y creo que se dio cuenta, porque paró súbitamente, se alejó un paso, y sonrió – Extiende tus brazos y agárrate a las ramas del seto- No entendía nada, pero obedecí de inmediato. Mis pechos sobresalían muchísimo, y el contemplaba la imagen complacido – Te gusta, verdad? Te gusta que puedan vernos, te gusta que yo juegue, eso te excita, verdad?- Sonreía y estiraba mis pechos hacia delante, estirando los pezones, deformándolos, arrancándome gemidos. De repente me soltó, y empezó a abofetearme los pechos, haciéndolos bailar. Las palmadas sonaban con eco, y no me atreví a levantar la vista, segura de que alguien estaría mirándonos, y pareció darse cuenta –No te avergüences, eres una zorra calientapollas, haz tu trabajo- susurró mientras detenía sus azotes y volvía a agacharse a mamar mis pezones. Levanté la vista y, como esperaba, pude ver al menos dos personas asomadas a los balcones, contemplando nuestro espectáculo. Di un respingo cuando noté su mano entre mis piernas, y al notarlo paró de chupar y morder, y sonrió –Ya es hora de buscar techo- se incorporó, volvió a meter mis pechos en el sujetador y abrochó mi blusa, indicándome que le siguiera.
    
    Entramos en un portal, y subimos en un ascensor amplio e iluminado. Me aplastó contra la pared y empezó a morder mi cuello y a empujar con su paquete en mi culo. Empañé el espejo del ascensor con mi ...
    ... aliento, implorando que el viaje fuera breve. Lo fue, y sentí un tirón de mi pelo para obligarme a seguirle por el pasillo. Abrió la puerta y, siguiendo con mi pelo bien amarrado, me guió por la casa hasta la cocina. Abrió la nevera y cogió un pack de cervezas, todo ello sin soltar mi melena, y nos dirigimos desde la misma cocina hacia una terraza amplia, semicubierta, cuidadosamente amueblada. La terraza hacía chaflán entre dos terrazas gemelas, separadas por una valla gruesa de madera de un medio metro de altura, y delimitada en su parte delantera por un cristal de seguridad transparente. En la terraza de la derecha, un hombre mayor, en torno a los 60, leía el periódico bajo la pérgola de su terraza acompañado de una bebida.
    
    No pude ver la terraza de la izquierda, porque él me obligaba a mirar al hombre de la derecha forzando mi cuello con mi pelo agarrado con fuerza – Vamos a darle un buen espectáculo, quieres?- Me horrorizó la propuesta, pero no me dejó responder, metiendo de inmediato su lengua en mi boca, buscando la mía, mientras sus manos agarraban mis pechos y los magreaban salvajemente. Jadeaba cuando dejó de hacerlo y se separó, dirigiéndose al hombre de la terraza de la derecha – Mira lo que he traído hoy, te gusta? – Gritó. El hombre, mirándonos atentamente, respondió sonriendo: - Ya os he visto en el jardín, una buena zorrita, sí – y rompió en carcajadas. Inexplicablemente, mi excitación creció al ser consciente de que nos habían visto, y clavé mi mirada en el ...
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