1. El tío de la criatura


    Fecha: 19/11/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Cristina resopló. Llevaba menos de una semana sustituyendo una baja en aquel colegio, aún no se sabía los nombres de los alumnos, y para colmo, había faltado la tutora de la clase de 3 años y le tocaba ir con ellos de excursión. ‘Pero ¡si son diminutos!’, pensó. ‘¿Cómo quieren que me haga cargo de 25 larvitas de humano que ni siquiera saben hablar bien durante una mañana entera?’. De lo malo, no iría sola… Micaela, la auxiliar del colegio, iría con ella. Y menos mal. Esa mujer valía un valer, parecía que tenía el don de la ubicuidad: en cuanto un niño se meaba, aparecía como por ensalmo.
    
    ‘En fin… qué remedio me queda.’ Sonó el timbre e hizo entrar a la fila de los pequeñines, cantando una canción. La verdad es que eran una monada. Revisó las mochilas de todos, y cuando por fin los tuvo sentados en un corro, empezó la explicación.
    
    “Chicos, hoy va a ser un día especial. Dentro de un momentito va a venir Micaela, y ¿sabéis lo que vamos a hacer?”
    
    “¿Qué, profe?” Respondió uno de los diminutos.
    
    “¡Hoy nos toca ir de excursión!”
    
    Hubo un alboroto nervioso entre la pequeña multitud.
    
    “¿Qué es eso de edcusión?” Preguntó una niña morena.
    
    Cristina tuvo que contener las ganas de reírse. ‘Joder, si es que son taaaaan pequeños…’.
    
    “Vamos a salir del cole. Iremos andando, cada uno tendrá que dar la mano a su pareja, a tres casas distintas. ¿Queréis saber lo que vamos a ver?”
    
    “¡Síiiiiiii!”
    
    “¡Vamos a ver belenes! ¿Sabéis lo que es un belén?”
    
    “Claro, pofe” ...
    ... Respondió uno de ellos, con aire de ofendido. “Las figuditas que se ponen en Navidá”
    
    Micaela apareció, y empezaron su camino. La velocidad de avance era torturadoramente lenta, iban perdiendo zapatos, bufandas, almuerzos… ‘Dios mío, no creo que tenga un hijo en la vida, menudo peñazo’, pensó Cristina.
    
    Visitaron las dos primeras casas sin ningún problema. La verdad es que los dueños eran súper amables, en una de ellas incluso les habían preparado un pequeño almuerzo, y los belenes eran espectaculares. Intentar que los niños no jugaran con las figuritas era un reto, pero por el momento se estaban comportando. Después de darse el festín, se encaminaron hacia la tercera y última, en la otra punta del pueblo.
    
    Tras una caminata eterna, y encima cuesta arriba, llegaron a su destino. Una señora mayor les abrió la puerta de su casa, todo sonrisas. Se la notaba ilusionada de enseñar su obra a los niños.
    
    Los veinticinco niños, la profesora y la auxiliar pasaron rápidamente al interior de la vivienda, agradeciendo poder refugiarse del frío polar, normal para estar en diciembre, que hacía en las calles de aquel pueblo de Castilla. Según los ojos de los pequeños se iban acostumbrando a la luz más tenue e iban percibiendo lo que tenían delante, se les iban poniendo redondos como platos.
    
    “¡Qué chulooooo!”
    
    Un belén enorme, de unos 8 metros cuadrados, presidía el recibidor de la casa. Fuentes, ríos, casitas iluminadas, figuritas que se movían… Cristina no pudo por menos de sonreír ...
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