Placeres peligrosos
Fecha: 20/11/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Berni, Fuente: CuentoRelatos
... pan y agua durante una semana fue determinante para tomar la decisión de follarse a esos dos patanes.
Julián lo tenía claro. Ante él tenía a una dama realmente atractiva que superaba todas sus expectativas, y era consciente de lo que se le presentaba. Nunca hubiese imaginado que la noche acabaría acostándose con semejante diva.
Julián era un poco más bajo, vestía tejanos, al igual que su amigo, y una camisa a cuadros bastante chabacana. Tenía 37 años y Jorge 38, era moreno con unas pronunciadas entradas en las sienes. No era guapo, no era atractivo, ni siquiera resultón.
—¿Qué estoy haciendo? —se preguntó todavía con ciertas dudas.
Cuando las presentaciones estuvieron hechas y las vocecitas acalladas, decidieron ir a un piso de Jorge que, según contó, era de una tía suya que estaba en el asilo, y probablemente él lo utilizaba como picadero. Aquel lugar le pareció de lo más sórdido y volvió a preguntarse qué coño estaba haciendo.
Julián parecía mucho más respetuoso. Jorge abrió la puerta y entró directamente a la vivienda, por el contrario, su amigo le cedió el paso a Cristina, mostrándose más caballeroso. Caminaron por un largo pasillo de paredes altas en el que las baldosas se movían al pisarlas. Llegaron a un cuchitril de habitación donde posiblemente habitaba una gran variedad de fauna de lo más variopinta. Jorge encendió la lamparita, que más bien parecía un candil, (por su luz) que una lámpara. Aquella habitación olía a sexo y a semen rancio, y eso le ...
... provocó un desconcierto y cierto rechazo, pero ya no había vuelta atrás. Al menos agradeció comprobar que las sábanas estaban limpias, aunque con rodales amarillentos muy reveladores. Dejó el bolso en el butacón sin saber muy bien qué hacer. Estaba nerviosa, su libido se había esfumado. Hizo un esfuerzo mental convenciéndose a sí misma de que al fin y al cabo era lo que quería. Había salido a echar un polvo y ahora posiblemente no iba a ser solamente uno, sino que la iban a poner tibia.
Fue Jorge quien dio el primer paso. Aferró su nalga a través del pantalón vaquero cerciorándose del firme trasero que estaba a su disposición. Y no sólo su trasero, todo su cuerpo era enteramente para ellos en ese momento.
— ¿Qué me dices Julián? ¿Qué te parece ésta casada? —le preguntó a su amigo.
— Está buenísima, —contestó Julián al mismo tiempo que le cogía la otra nalga a Cristina.
Ella estaba en el centro y ellos, uno a cada lado, se apropiaba de una nalga y una teta, compartiendo aquel regalo caído del cielo como buenos amigos. Cristina empezó a notar las caricias de ambos y su libido regresó. Decidió que ella también quería ser parte activa de la fiesta. Sus partes íntimas eran atendidas por aquellas cuatro manos que emulaban los brazos de un pulpo. Cristina deslizó las suyas hasta alcanzar sus paquetes.
— A esta madura le gustan las pollas más que a un niño los caramelos. ¡Vamos, agáchate que tienes dos pollas esperando! ¿no es lo que querías? —le dijo Jorge, sabiendo que ...