1. Redescubriendo América


    Fecha: 16/12/2021, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ano y la terminé de distribuir en mi dedo medio. Entonces se lo empecé a clavar asegurándome de ir metiendo crema en su ano. Ella no parecía estar incómoda, aunque después un poco cuando empecé el mete-saca pero seguía sin decir nada. Cuando empecé a meter el segundo dedo dio pequeños gemidos de dolor que no hicieron sino excitarme más. Después de un rato de estar sacando y metiendo mis dedos y estar aplicando más crema los dedos ya entraban y salían sin problemas.
    
    -Azrael: ¿Te duele?
    
    -América: Un poco pero se siente riquísimo.
    
    -Azrael: Te lo dije.
    
    Seguí un poco más el mete-saca con los dos dedos y luego agregué un tercero. Los tres juntos al principio lucharon por abrir el ano de América pero después entraban tan fácilmente como los dos anteriores.
    
    -América: Ya estoy lista, quiero sentirte. Métemela.
    
    Me acomodé detrás de ella y apliqué mucha más crema directamente adentro de su ano y otro tanto a todo el cuerpo de mi pene. Puse la punta sobre su ano y empujé lentamente. Cuando la cabeza entró América dio un gemido delicioso. Me quedé quieto unos segundos y después empujé lentamente hasta tener la mitad de mi pene adentro.
    
    -América: Cómo me duele pero que rico se siente. Lléname Azrael.
    
    -Azrael: A tus órdenes preciosa.
    
    Seguí empujando y América gimiendo hasta que mis huevos quedaron pegados a sus nalgas. Finalmente mi pene había conquistado ese rosado y lindo agujerito.
    
    -América: ¡Qué rico! La tengo toda adentro, pero no te muevas por favor que ...
    ... me arde mucho.
    
    Me quedé unos cinco minutos quieto con mi pene clavado hasta la base en su ano hasta que ella dejó de gemir. Entonces comencé a sacarla hasta la mitad y volverla a meter muy lentamente. Ella gemía nuevamente pero ya no sólo de dolor. Al volver a entrar nuevamente me quedaba un rato quieto para luego volver a sacarla y entrar. Esta vez fue un poco más rápido y ella gimió menos. Así lo hicimos unas cuatro o cinco veces aumentando la velocidad hasta que ya estaba entrando y saliendo a ritmo de coito. Ella ya sólo gemía de placer y se había llevado la mano al clítoris para masturbarse mientras yo seguía poseyendo su ano. Aumenté el ritmo sacándole un grito con cada estocada. Su respiración se aceleró y sus gemidos aumentaron. Aceleré aún más el ritmo para alcanzarla y entonces se vino. Sus contracciones hacían que apretara una y otra vez su ano con tanta fuerza que me causaba dolor pero era tan delicioso que se la clavé hasta el fondo y estallé en el fondo de su recto haciéndole un enema de semen bien caliente. A América le temblaron las rodillas y calló rendida conmigo encima y aún eyaculando en su ano. Fue sencillamente delicioso. Cuando mi pene se cansó de escupir semen fue perdiendo su tamaño y lentamente fue expulsado hacia afuera por su anfitrión como si lo estuviera defecando. Un hilo de semen escurrió desde su maltratado agujerito y escurrió por sus nalgas y hasta la sábana. América tocó su ano con los dedos comprobando que ahora sí lo tenía bien abierto, ...