-
Ella: La playa
Fecha: 18/12/2021, Categorías: Hetero Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... verdad es que la imagen de dos cuerpos desnudos y preciosos en una playa idílica era irresistible. Hacía mucho calor, el agua era cristalina y estaba a una temperatura ideal con lo que se metieron sin pensárselo. Se sumergieron, se salpicaron, se abrazaron, se besaron, nadaron, jugaron, saltaron… así durante un largo rato. Ella estaba disfrutando de unas verdaderas vacaciones. Se sentía feliz con la decisión de haberse tomado este fin de semana sola que nunca pensó que le saliera tan bien y tan divertido. En apenas un día había cambiado por completo el chip y sentía que la peor etapa desde su ruptura había quedado definitivamente atrás. Cuando tenían la piel de las manos arrugadas decidieron salir a tomar el sol. En el camino la periodista miró de reojo a Carlos y pudo ver como el tremendo pene de él se balanceaba de un lado a otro al andar. Al contraste de temperatura sus pezones habían respondido poniéndose duros y erguidos. Y una ligera brisa hizo que su piel se erizase. Llegaron a las toallas y se tumbaron. El sol calentaba aquellos dos maravillosos cuerpos que fueron dando vueltas sobre sí mismos para broncearse cada rincón de piel. De vez en cuando, ella observaba y admiraba el cuerpo de su anfitrión. Le miraba su culo redondo y duro al final de su ancha espalda. Sus poderosos brazos, su torso con los bien definidos abdominales. Su potente polla ahora en reposo. Aun así era de unas dimensiones considerables. Era preciosa, recta, morena, de piel tersa, suave. ...
... Todavía ahora se le marcaban las venas. Sus piernas fuertes y musculosas. De repente Carlos estiró todo su cuerpo. Se incorporó y alcanzó su mochila. La miró y le sonrió. La mujer se la devolvió. Empezó a liarse un cigarro de “maría”. Lo encendió y le dio un par de caladas antes de ofrecérselo. Ella se incorporó. Se giró hacia él y cruzó las piernas. Pese a estar desnuda en la playa ante un desconocido no se sentía para nada incomoda. Tomó el porro y le dio una fuerte calada. Le miró con cierta admiración: -Que buena vida te pegas. -No me quejo. Soy joven y la vida hay que vivirla. -Ya. Pero no siempre se puede. Hay obligaciones y responsabilidades. –Cuestionaba ella la forma de vida de Carlos. -Siempre he hecho lo que he querido. Desde muy temprano tenía claro que no quería ataduras ni responsabilidades. -Pero alguna responsabilidad habrá por ahí, ¿no? –volvía la presentadora a poner en duda la filosofía del camarero. -Están todas cubiertas. Trabajo para vivir. Solo necesito dinero para pagar mis diversiones. Disfruto de mis amigos y mi surf. Venimos aquí lo pasamos bien… Seguían intercambiándose el cigarro. Ella se encontraba cada vez más a gusto y relajada: -Así que venís aquí todos. ¿Y acabáis todos desnudos? ¿Tíos y tías? –preguntó morbosa la mujer. -Sí, aquí practicamos nudismo todos. -Por eso conocían ellas tu secreto… –y dio una carcajada. -Bueno, la naturaleza ha sido generosa conmigo. -Joder, generosa dices… –dijo la mujer como si ...