Por la unión de la familia.(2) (Versión revisada y ampliada)
Fecha: 30/05/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... había llegado a la planta del garaje, abriéndose sus puertas al tiempo que Julia acababa de hablar, mientras Álvaro respondía a las palabras de su madre, que al punto salió del camarín más corriendo que deprisa, alejándose de él casi a paso de carga, taconeando de firme, segura, sobre el suelo del garaje, en busca del coche. También Álvaro salió tras su madre, pero tranquilo, sosegado, sin prisa alguna. Enseguida, apenas tras unos pocos pasos, Julia se detuvo, para espetarle, vuelta a él.
Y, sin esperar nada, la mujer volvió a girarse, dando de nuevo la espalda a su vástago. Siguió andando a buen paso otro trecho, más corto, si cabe, que el anterior, hasta que de nuevo se detuvo, girándose otra vez a él
Julia se quedó en suspenso, como si le hubiera dado un aire. Luego, al momento, quedó seria, muy, muy seria, aunque sin asomo de enojo en esa seriedad, mirándole fijamente, sin pestañear, como si a través de esos ojos, quisiera entrar, penetrar, hasta lo más hondo, profundo, de su mente, su alma, buscando en esa mirada de él el menor atisbo de burla, de cruel sarcasmo, pero lo único que vio fue sinceridad, la genuina verdad de quien habla con el corazón en la mano, y la perplejidad ante esa verdad diáfana, como la luz del sol, llegó a límites insospechados. No lo podía creer, pero ahí estaba, en los ojos de su hijo, la increíble verdad.
Más conmocionada aún, se giró, dando la espalda al muchacho, y volvió a dirigirse hacia donde iban, su vehículo. Anduvo muy, muy ...
... pocos pasos, y se detuvo, volviéndose otra vez hacia su vástago
Y el muchacho, dócil a su madre, al punto la siguió. Tampoco esta vez Julia le dio la espalda, para seguir sola, delante de él, sino que le esperó hasta tenerle a su lado, casi hombro con hombro, reiniciando entonces ambos la marcha, muy juntos, pero no revueltos, separados hasta no tocarse un pelo, a ese paso de él, más pausado, y sin decir palabra en todo el rato. Al fin divisaron su meta, el automóvil, y Julia, con el mando a distancia del llavero, liberó las puertas del vehículo para, al estar ya a su lado, pedir al joven
Se metieron en el auto, Álvaro arrancó y, en nada, rodaban por la calle rumbo a su casa. Durante el trayecto, unos 30 minutos, mantuvieron, incólume, el silencio de antes, con Álvaro impertérrito, fija la vista en el asfalto, sin apartarla un segundo de allí, y Julia ensimismada en los pensamientos que, entonces, ocuparan su mentedesde lo de “Se ama lo que se respeta, y se respeta a quién se ama”Alcanzaron por fin su destino y, tras dejar el coche en el garaje, entraron en la casa. Nada más entrar, en el vestíbulo, dijo Álvaro.
El joven fue directo hacia la puerta, frontera a la de entrada, que daba paso al salón y al pasillo al que se abrían los dormitorios, pero la voz de su madre le detuvo.
Álvaro, ya con el pomo de la puerta en la mano, titubeó un segundo para, enseguida, soltar el pomo y dirigirse a la cocina, donde ya su madre se adentraba tras correr los cierres de seguridad ...