1. Por la unión de la familia.(2) (Versión revisada y ampliada)


    Fecha: 30/05/2018, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... de la puerta de entrada
    
    Álvaro se sentó a la mesa de la cocina, en tanto su madre calentaba la leche, colmando luego los vasos del lácteo líquido. Llevó éstos a la mesa, poniendo uno ante su hijo y el otro frente a él. En segunda instancia llevó a la mesa el azucarero, las cucharillas y un envase del popular analgésico. Se sentó frente a su hijo y, como buena anfitriona, se dispuso a servirle azúcar.
    
    Ambos dos tomaron un sorbo de sus vasos, y Álvaro sacó un paquete de tabaco, extrajo un cigarrillo y lo encendió; al punto, su madre le dijo
    
    Álvaro así lo hizo, alargándoselo sin comentarle nada; ella lo tomó, le dio una profunda calada, exhalando caprichosas volutas de humo. Bebió otro sorbo de leche y, por fin, entró en materia, en aquello de lo que le quería hablar, sin más rodeos, sin más ambages.
    
    Álvaro, al oír a su madre, enrojeció hasta la raíz del pelo; bajó la testa y, sin mirarla, sin valor para sostener su mirada, contestó casi en un susurro
    
    Álvaro no respondió; sólo bajó aún más la cabeza, con el rostro todavía más encendido que antes, con lo que su madre, triunfante, exclamó
    
    Julia era mordaz, muy, muy mordaz, casi cruel, con su hijo, pero la “guinda” aún estaba por venir. Calló un momento para mirarle, observarle bien, casi anonadado ya para entonces, ante las palabras de ella
    
    Nueva pausa de Julia para mirar, otra vez, a su hijo; y hasta sintió pena al verle. Ya no mantenía la cabeza gacha, sino que la miraba de frente, directamente a la ...
    ... cara, a los ojos, con éstos muy abiertos, la faz pálida, casi tan blanca como el papel, algo desencajado, con un rictus de desaliento, de dolor, ante lo que su madre le decía, con lo que la mujer se acercó a él, hundiendo cariñosa sus dedos en su pelambre, acariciándole, besándole en ambas mejillas, con sumo cariño; sumo cariño de madre
    
    Y le abrazó, le besó, repetidas veces, por todo el rostro, el pelo, la frente, los ojos, que al muchacho le escocían, con lacrimosos goterones a punto de rodar por su rostro, sus mejillas; besos, caricias, suaves, tiernas, muy, muy de madre, con ese inmenso cariño que las madres siempre guardan para sus hijos, sean como sean, sean lo que sean, pues nunca dejan de ser eso, sus hijos, llevados nueve meses en su vientre, paridos con dolor, mucho, mucho dolor, amamantados a sus senos de pequeñitos. Álvaro, al fin, se rehízo algo, apartando de sí a su madre, sin violencia ninguna, con suavidad, pero con firmeza.
    
    Y Julia hizo entonces lo que menos Álvaro podía esperarse, besarle en los labios; un beso fugaz, un instante suspendido en el tiempo, en el espacio; un beso, una caricia, repleta de cariño, de amor, cariño y amor más, mucho más de madre que de mujer, aunque quién sabe…
    
    Él salió de la cocina un tanto desconcertado por esa reacción de su madre, con la que, muy bien, no sabía a qué carta quedarse, pues, como antes se dijera, era lo último que entonces podía él esperar de ella. Así, que abandonó, sin más, la pieza, sin abrir la boca, en ...
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