Mi esposa Sofía: Demasiado hermosa para un solo hombre (3) - Relatos Eróticos

Mi esposa Sofía: Demasiado hermosa para un solo hombre (3)

... lugares las fiesta podían hacerse en las calles pues eran amplias y los vecinos cerraban las calles adornaban y se utilizaban también parte de los patios algunos ranchos de ellos mismos. Por lo que la misa sería a unas cuadras de la casa para volver a la casa donde se llevaría la fiesta.

Mientras hacemos hueco en la habitación que nos habían dado para poner nuestras cosas. Escuchamos llegar a Benito quien al notar a mi esposa se apresuró a saludarla y darle un fuerte abrazo. Vi que este la estrechaba como queriendo guardar ese momento en su mente colocando sus enormes manos en la estrechez de esa cinturita que señalaba el inicio de sus grandes caderas y enorme culo.

Cuando se desprendió de ella se acercó a saludarme.

-Jorgito ven acá hombre. Un gusto verte y ver de nuevo a mi hijita. Veo que tienen problemas con sus cosas. Se acerca la hora de la fiesta dejen de perder tiempo y metan sus cosas a mi habitación pueden tomar mi baño para cambiarse, más tarde se descombra este cuarto. Así no perderán más tiempo.

-Claro don Benito como digas me parece muy bien.

-Nada de don, dígame papá o tío que es de la familia.

-Si claro. Me comentaron que se ha encontrado un poco más de salud. Dije mientras miraba su bastón.

-Si esta pierna me da mucha lata y he estado batallando últimamente con dolores, estuve en el hospital unos días sedado pero bueno ya hoy me siento mucho mejor, vamos los acompaño a mi habitación.

Mientras Benito dejó pasar a Sofía por enfrente, yo ...

... tomé las maletas y los seguí detrás de él. Vi cómo su mirada de Benito se dirigía al vaivén de las nalgas de Sophie que cuando caminaba entre los pasillos de la casa de movían al compás de sus caderas. Era seguro que Benito disfrutaba de ese caminar. La habitación del tío era la última a lo largo de un pasillo del segundo piso. Retirada del ajetreo y de los ruidos de la casa. Seguramente disfrutaba de estar solo y lejos sin que nadie lo molestara. Cuando entramos vi su habitación era modesta. Tenía su cama matrimonial, mueble frente a su televisión un televisión antiguo de los que aún eran cuadrados, cuadros en unas repisas junto con algunas medallas y un buro con algunas cosas personales, y al fondo el baño.

-Pónganse cómodos y apresúrense estar listos, debemos ayudarle a tu madre a terminar los preparativos.

Benito se giró a su armario para buscar unas cosas, y Sofía sentó en la cama a buscar en su maleta sus cosas.

-No puede ser!

Grito sin saber que pasaba.

Benito y yo preguntamos al unísono "¿qué pasa?”

-Mi vestido está arruinado. Una crema se abrió y está todo manchado!

Benito tomando iniciativa se acercó antes que yo para abrazarla.

-No te preocupes hija, seguro hay más opciones aún es temprano. ¿Por qué no mientras tu marido se baña y se cambia nosotros vamos con Rogelio mi amigo de la tienda de ropa para buscar algo que te quede? Seguro hay algo a tu medida.

Rogelio era el dueño de la única tienda de ropa que había en el pueblo. Hasta donde ...