Descubriendo la puta que hay en ti
Fecha: 05/01/2022,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... mi esposa. ¡Disculpe! Se apresuró a decir, no fue mi intención. Tranquilo. No se preocupe. Está usted de suerte, porque estoy buscando a alguien que esté interesado en follársela esta misma noche, ahora mismo, si se puede. ¿Estaría interesado?
El hombre, entre sorprendido e incrédulo, me respondió, pues un hombre como yo y en estas circunstancias no pierde oportunidades y, si a usted no le molesta, me gustaría probar, ¿por qué no? Eso sí, le dije, con una sola condición. ¿Cuál? Preguntó curioso. Que la tiene que poner a gemir como nunca. ¿Será capaz? Haré el intento, contestó. Y otra cosa. ¿Qué? Preguntó él. Tiene que bailar muy bien, porque ella lo calibra de esa manera. Si se mueve bien bailando, seguramente lo hará bien follando. Yo tengo lo mío, contestó. Cuente con eso. Bueno, dije, ¿cómo te llamas? Joaquín. Ok, Joaquín. ¡Acompáñeme y se la presento!
Llegados a la mesa, las presentaciones de siempre. Ella, haciéndose la sorprendida, y Joaquín, expectante, dispuesto a lo que fuera. Y, según nuestro ya trillado ritual, el baile definió lo que iba a pasar esa noche. Ella, tal como lo acostumbra, se quedó con él en la pista casi que una hora completa, después de lo cual, regresaron a la mesa para tomarse un descanso. Ella, como siempre, se disculpó para ir al baño, dándome tiempo para que le preguntara a nuestro nuevo amigo si estaría o no dispuesto a continuar.
Bueno, joven Joaquín, ¿cómo le fue? Estupendo. La señora es toda una fiera. ¿Eso qué significa? ...
... Pregunté. Nada raro, dijo riéndose, que se nota que tiene ganas. ¿Ganas de qué? Insistí. De comerse a un muchacho joven como yo, dijo. Entiendo. ¿Y usted? ¿También tiene ganas de ella? Por supuesto, contestó. ¡Bien! Ahora que llegue mi esposa, por favor, deme un tiempo a solas con ella, para preguntarle si ella también está dispuesta. Y, si así es, nos vamos a un sitio donde podamos estar más cómodos. ¿Le parece? Si, dijo, de acuerdo. Está bien.
Mi esposa regresó al rato, compuesta, nuevamente maquillada y arreglada. Y él, Joaquín, de acuerdo a lo concertado previamente, se disculpó para ir al baño. Mientras él se iba alejando me fijé en la mirada de mi mujer y de inmediato supe que le había gustado. No obstante, evitando equivocarme, pregunté. ¿Pasó el examen? Sí, dijo ella sonriendo. Está bien. Entiendo. ¿Quieres decir que tiene la verga como a ti te gusta? Yo no hablo así, me interpeló. Digamos que lo siento muy viril y que ciertamente me excitó. Y dejémoslo así. ¿Arrancamos, entonces? Sí. Bueno, dije, entregándole las llaves del carro, adelántate y nos vemos en el parqueadero. Voy a pagar la cuenta y allá te llego con la conquista.
Yo anduve hasta la barra y me dispuse a pagar. Nuestro amigo, mientras tanto, había vuelto a la mesa, encontrándola sola, y estaba un tanto extrañado. Lo llamé, entonces. ¡Hey, Joaquín! Por acá. Se tranquilizó cuando me vio y llegando al encuentro dijo; pensé que me habían plantado porque no los vi en la mesa. ¡Cómo se le ocurre! Protesté. Somos ...